Opinión

Anti-negritud en el discurso correísta y mi problema con el progresismo latinoamericano

El correísmo, se presenta como la única alternativa, la única fuerza política que puede darle frente al conservadurismo teniendo en mente los intereses de los grupos históricamente marginalizados. Dentro de este marco coyuntural me gustaría centralizar la discusión en el pueblo Negro/Afroecuatoriano y que significaría para nosotres la continuación o el retorno del progresismo

Por Nat Bennett

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(Fuente: Cuenta de Twitter de Andrés Arauz)

“El estado nunca ha sido aliado de las comunidades afrodescendientes de la Gran Comarca Negra del Pacífico, ni un referente central.”

– Juan García Salazar, 2015

Primero que todo quiero comenzar expresando que mediante esta opinión no busco entrar en el debate dicotómico entre ‘correísmo-anti-correísmo’, que a mi parecer se ha vuelto una disputa entre élites ecuatorianas hambrientas por mantenerse en el poder y distraen a las/les/los ecuatorianxs de discutir las verdaderas necesidades que la mayoría de la población está enfrentando. Esta disputa es principalmente anti-derechos y excluyente, por lo tanto, no pretendo envolverme en ella. Mi objetivo es redireccionar el discurso de las personas que no nos sentimos representadas por la derecha conservadora y tampoco por el progresismo moderno, y seguimos en la lucha por encontrar esos espacios donde nuestros derechos no sean colocados en una sala de espera imaginaria, y nuestra existencia sea respetada.

Estamos a pocos días de la segunda vuelta electoral. Personalmente, hay varias cosas que me preocupan en cuanto a las elecciones, especialmente esos temas de suma importancia que no se han mencionado en las campañas electorales, ni en los debates que hemos visto. Los resultados de la primera vuelta electoral son claros: el 69,79% de la población ha rechazado al conservadurismo neoliberal optando, por opciones que “idealmente” resguarden las necesidades de la mayoría de las personas ecuatorianas. Con base en estos resultados y con la segunda vuelta en el horizonte el debate electoral se ha convertido en una lucha dicotómica entre el progresismo y el conservadurismo como soluciones “desarrollistas” para el país.

El conservadurismo ha sido una dirección política que ha resguardado el interés político y económico de las élites en América Latina, y ha sido altamente criticado por las izquierdas en la región. Además, debido a su característica anti derechos, la mayoría de los grupos históricamente marginalizados no se ven representados por el conservadurismo-neoliberal. Ante esto, el progresismo moderno, específicamente el correísmo, se presenta como la única alternativa, la única fuerza política que puede darle frente al conservadurismo teniendo en mente los intereses de los grupos históricamente marginalizados. Dentro de este marco coyuntural me gustaría centralizar la discusión en el pueblo Negro/Afroecuatoriano y que significaría para nosotres la continuación o el retorno del progresismo, si tomamos estos últimos cuatro años como pausa del proyecto correísta.

Los diez años de gobierno del Expresidente Rafael Correa, llamados por los progresistas como “la década ganada”, sin duda significaron contundentes cambios para el país. La constitución del 2008 amplió los derechos colectivos de los pueblos ancestrales ¾aunque en el caso de los Afroecuatorianos esos derechos colectivos no han sido adscritos de forma directa¾ adquiridos por primera vez en 1998: especialmente los derechos al territorio ancestral, el reconocimiento de conocimientos ancestrales, la identificación del racismo y el derecho a la naturaleza. Todos estos logros fueron resultado de las luchas históricas llevadas por organizaciones de base Indígenas, Afroecuatorianas y demás grupos históricamente marginalizados.

“La importancia de mencionar estos casos de abuso hacia las poblaciones Afrodescendientes radica en que hay una continuidad de la opresión sistémica y estructural que los afrodescendientes hemos vivido históricamente, incluso durante la famosa 'década ganada'.”

A pesar de los avances contundentes de la constitución del 2008, en la práctica, estos derechos colectivos no han sido garantizados, especialmente el derecho al territorio ancestral. Durante estos últimos diez años las comunidades Afroecuatorianas han visto un aumento de la intervención del estado en sus territorios. Juan García afirmaba que, hasta hoy, el gobierno de Rafael Correa otorgó la suma más grande de crédito a las empresas de palma africana para la adquisición de hectáreas en territorios afrodescendientes. Sin embargo, la industria palmera no es la única que está interviniendo en territorios afrodescendientes, la industria maderera y minera también han impuesto su presencia en nuestros territorios, y el estado ecuatoriano es cómplice directo de los abusos perpetuados por estas industrias.

Desde el 2015, la comunidad de Wimbí (San Lorenzo-Esmeraldas), también conocida como ‘Parroquia 5 de junio’ se encuentra en disputa con la empresa palmera Energy & Palma, esta empresa compró alrededor de 1200 hectáreas de la parroquia. En el 2016, la compañía Energy & Palma inició un juicio en contra de los líderes de la parroquia, demandándolos por uso ilegal de tierras y tráfico de territorio; dándoles así, un año de plazo para que los moradores del sector desalojen sus tierras. En el mismo año la policía se adentró en las tierras de Wimbí con tractores con el fin de desalojar a los moradores de manera forzosa. La compañía, en intento de negociar, ofreció a los moradores de la parroquia 100 hectáreas y empleo. No obstante, esta oferta fue rechazada por los moradores pues afirmaron que “no volverían a ser esclavizados”. El territorio de Wimbí es considerado territorio ancestral, por ende, no puede ser vendido. La compra realizada por la empresa Energy & Palma fue una compra ilegal permitida por el estado. Además, el estado es cómplice de esta injusticia. En un articuló publicado por GK en el 2018, se afirma que la población de la parroquia 5 de junio se ha reducido de poco más de 400 moradoras a menos de 300 en los últimos cuatro años.

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Wimbí es solo un ejemplo de muchas otras comunidades en el norte de Esmeraldas que están llevando una lucha por la permanencia en sus territorios. Además del problema de la ‘Palma’, está la continua contaminación de los territorios ancestrales. Paralelamente a las actividades ejercidas por la empresa nacional de minería (EMANI), el Expresidente Rafael Correa, concedió permisos a empresas privadas para que puedan ejercer explotación minera en el norte de esmeraldas. Un estudio conducido por el PUCE-SE en el 2012, reveló que la contaminación en la región ha aumentado debido a la explotación minera. Además, el estudio evidenció que el ministerio de medio ambiente no había revelado cómo la contaminación ha afectado a las comunidades Afrodescendientes e Indígenas que moran cerca del rio Cayapas particularmente. Otros estudios demuestran cómo la contaminación de metales pesados afecta directamente a la salud humana, la flora y la fauna.

La importancia de mencionar estos casos de abuso hacia las poblaciones Afrodescendientes radica en que hay una continuidad de la opresión sistémica y estructural que los afrodescendientes hemos vivido históricamente, incluso durante la famosa “década ganada”. Para entender la magnitud del daño que la desterritorialización significa para los Negros/Afroecuatorianos es importante entender qué significa el territorio ancestral para nosotros. Juan García describía al territorio ancestral como el espacio de la naturaleza bajo la influencia y control cultural, social y político de las comunidades. Este es el legado de las/los/les ancianes cimarrones que formaron los primeros palenques para la defensa y crecimiento de la comunidad, legado que pre-data al estado ecuatoriano. Dentro del territorio ancestral, el ejercicio de la autoridad, la influencia sobre los recursos y los procesos sociopolíticos es esencial. Los ancianos nos enseñaron que los territorios ancestrales no son bienes personales; son “espacios de conservación y vida” que deben ser preservados para las generaciones futuras. Para nosotres, les Afroecuatorianes, el territorio ancestral constituye un espacio vital para el desarrollo y el fundamento de la vida. Por esta razón, nuestro ancestro Juan García calificó el derecho al territorio ancestral como “el primer y mayor derecho humano”.

La lucha histórica Afroecuatoriana ha girado en torno al “derecho a ser”, en un estado construido mediante la negación de la existencia negra. Es en estos márgenes en donde históricamente hemos creado, reafirmado y retomado nuestra existencia e identidad. El derecho a vivir en estos territorios nace de la reparación histórica causada por el daño que simbolizó el rapto de nuestros ancestros africanos y la dispersión de su sangre por el territorio que hoy conocemos como América, cientos de años antes de la configuración de los estados naciones. En otras palabras, la pérdida de nuestros territorios simboliza la perdida de nuestra identidad, simboliza la asimilación de nuestra gente en un estado construido a base de nuestra exclusión, un estado que continúa sacrificando nuestros cuerpos para la sobrevivencia de las elites y la mayoría mestiza-blanca.

Esta realidad ya se vive en el país actualmente, la mayoría de la población Negra/Afrodescendiente vive fuera de sus territorios ancestrales. La mayor concentración de personas Negras/Afrodescendientes se encuentra en las grandes metrópolis del país como Guayaquil y Quito. Esta dispersión causada por el desplazamiento forzado es el resultado de siglos y décadas de abandono que las poblaciones Afro han sufrido antes y a partir del surgimiento del estado nación. Esa dispersión forzada ha resultado en pérdida de memoria colectiva y en la asimilación de nuestros hermanes en metrópolis coloniales que atienden a los poderes imperialistas.

Una vez entendido esto y volviendo al problema del progresismo, es importante resaltar que durante los diez años de “la revolución ciudadana” no hubo cambios estructurales en el estado, que habilitasen el comienzo de una verdadera decolonialidad. En primer instante, por el lado constitucional hubo una inclusión diferenciada del Afrodescendiente; y los derechos colectivos están explícitamente escritos para los pueblos y nacionalidades Indígenas. En los diez años de gobierno de Rafael Correa, no hubo un verdadero resguardo político de los derechos adscritos en la constitución, ejemplificados anteriormente. Además, otros casos como el de Furukawa ya estaban presentes durante dicha administración y tampoco hubo accionar alguno del estado. Otros proyectos como el Decenio Afrodescendiente sirvieron netamente como publicidad nacional e internacional, puesto que no existen proyectos o reformas indicadas que puedan tener un verdadero impacto estructural. Esto es especialmente preocupante pues se acerca el culmino de la década designada para establecer políticas publicas que ayuden al desarrollo de la población Negra/Afrodescendiente del país.

Lo que hemos visto en los últimos diez años, es una falsa inclusión disfrazada de representación política donde nuestros supuestos representantes no han podido lograr que el estado tome en serio sus propuestas y contribuciones. Dónde la lealtad a la “revolución ciudadana”, tenía más peso que la lealtad hacia las demandas de las comunidades afrodescendientes afectadas por la misma administración. Un gobierno que intentando cumplir con sus metas desarrollistas, reprimarizó la economía sobreexplotando los recursos naturales y violando los mandatos ancestrales, criminalizó a los pueblos originarios y ancestrales por su justificada movilización en contra del extractivismo. Esa ilusión desarrollista ha significado una violación a nuestros derechos colectivos, pero más allá de eso, nos ha demostrado que el estado ecuatoriano, aún siendo progresista, se mantiene inherentemente antinegro.

“Al no entender al capitalismo como racial, patriarcal y eurocentrado, se reproducen todas las estructuras de poder creadas por el sistema que tanto critican. Es importante entender, que tanto el racismo como la construcción de género no son un subproducto del capitalismo, sino que forman parte esencial del funcionamiento del sistema capitalista”

A pesar de que las cuestiones mencionadas no son nada nuevo, a los progresistas les cuesta aceptar que sus políticas no representan cambio alguno para las comunidades racializadas de Abya Yala. Esto se debe a que, en su afán de hegemonizar las luchas, englobándolas en la lucha de clase, el progresismo no rompe con las estructuras de poder establecidas por los colonizadores. Al no entender al capitalismo como racial, patriarcal y eurocentrado, se reproducen todas las estructuras de poder creadas por el sistema que tanto critican. Es importante entender, que tanto el racismo como la construcción de género no son un subproducto del capitalismo, sino que forman parte esencial del funcionamiento del sistema capitalista. La construcción jerárquica de razas habilitó a los europeos el aumento desmesurado de la acumulación originaria, en la cual los cuerpos de las personas Negras e Indígenas han sido recursos esenciales.

La labor de las personas Negras e Indígenas han sostenido la economía de este país y hemos contribuido en las luchas independentistas, aunque no aparezcamos en los libros de historia. Durante la revolución liberal de Eloy Alfaro, aclamado líder por la revolución ciudadana, fueron hombres Negros e Indígenas los que estuvieron en el frente, sin embargo, al llegar al poder Eloy Alfaro traicionó al pueblo Afro al no garantizarle los derechos prometidos. El primer ferrocarril fue construido con en base de la labor forzada de hombres negros, en su mayoría traídos de Jamaica, por nombrar algunos ejemplos de la larga lista de contribuciones Afro a la modernidad de este país.

El interés de desalojarnos de nuestros territorios es un plan que se lleva gestando desde décadas, no solo en Ecuador sino también en Colombia y otros países de la Abya Yala. Los que no reconocen los derechos colectivos y mandatos ancestrales obedecen al poder de los capitalistas. El sentido de derecho que tienen los correístas al deslegitimar críticas provenientes de comunidades racializadas, demuestra cómo el progresismo latinoamericano sostiene la supremacía racial mestiza-blanca-eurocentrada en la región y cómo esta línea política nunca podrá ser la solución para las personas que buscamos alcanzar la decolonialidad en la Abya Yala.

Todos los problemas expuestos no están ligados a una sola administración, ni a una dirección política, son problemas estructurales intencionados, derivados de un modelo impuesto hace más de 500 años que sigue en vigencia. Por ende, como persona joven, queer, Afroecuatoriana no veo a las elecciones con esperanza; para mí, los candidatos que tenemos no son referentes. Lo que veo son dos propuestas políticas que niegan mi existencia. Dos propuestas que continuarán sacrificando las vidas de las personas racializadas para favorecer a la mayoría mestiza-blanca y a las potencias colonialistas. Con esto no intento deslegitimar la importancia del sufragio. No obstante, hago un llamado a la reflexión que parta más allá de procesos electorales y a la importancia de la verdadera organización política que viene de las bases.

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Nat Bennett, politóloga Afroecuatoriana que reside en Berlín-Alemania. Soy lesbiana y no-binaria (pronombres elle/ella). Escribo desde lo específico, lo subjetivo, lo personal y lo emocional. Escribo como forma de resistencia, sabiendo que mi voz no necesariamente es bienvenida ni escuchaba, pero escribo igual. Escribo sobre la negritud, la sexualidad, la ancestralidad, el afrofuturismo, la afrocentralidad, la territorialidad y la decolonialidad; en otras palabras, escribo sobre qué es ser una persona queer Negra-Afrodescendiente latinoamericana. Planeo luchar contra la desmemoria manteniendo viva la historia oral.

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