Opinión-Ciencia Política
Lunes, 4 de junio 2018
¡Alerta, Champa-Guerra !
Por Gonzalo Carrera Cornejo
La lucha por la democracia se ha convertido en un escenario en donde los principios esenciales de un sistema político saludable caen ante de la irreverencia de la juventud. Los insolentes jóvenes no tienen una pizca de experiencia política y son usados por fuerzas más poderosas. Las calles se están por convertir en el Tártaro.
Los comentarios sobre esta juventud fresca y desvergonzada se hicieron parte del entrenamiento político propinado por aquellos que dicen estar orgullosos de haber sobrevivido la dictadura. Esta juventud cínica que no puede luchar por democracia porque no la conoce realmente y porque no la siente como suya. La campana de división gestada por los hijos de la Revolución Nacional repitió sus altas tonadas cuando se recuperó la democracia hace más de treinta años. El despecho de los jóvenes desorientados se volcó en inquietud sobre la res pública. La desesperación por no ser parte de esa generación cómoda – que no luchó en el 52, no luchó en la dictadura y no luchó en la guerra del gas – encegueció a aquellos vulnerados buscando refugio en la ideología.
Realmente los noventeros son una generación dedicada al caos. Siempre insultados por no haber tenido la dicha de defender la Patria frente a los barones, frente a los militares, ni frente a los neoliberales. Por otra parte, señalados por refugiarse en las polleras de la falsa democracia y cobijarse detrás de las espaldas de una supuesta ideología de izquierda. No hay respiro para esta generación que tuvo la desdicha de nacer y crecer bajo las toxinas del poder que los propios críticos crearon o apoyaron mediante su voto.
¡Qué insolentes estos jóvenes que salen a marchar por plata! ¡Qué imprudentes por reclamar su justo derecho! ¡Qué ingenuos que son a los ojos del Hegemón y sus rivales políticos! Solo carne de cañón para una guerra entre poderosos. ¿Qué pueden saber de elegir correctamente si toda su vida vivieron en el tierno abrazo de la paz y la libertad? ¿Qué saben sobre el amor a la Madre Patria si ellos no vieron como los desaparecidos subían en centenas por día y los muertos llenaban las calles con su sangre?
¡Qué insolentes estos políticos que utilizan a los movimientos sociales por plata! ¡Qué imprudentes por reclamar lo que por derecho ya lo tienen! ¡Qué ingenuos son a los ojos del Soberano y sus rivales contextuales! Solo carne de cañón para una guerra entre ideologías. ¿Qué pueden saber de gobernar correctamente si toda su vida fueron partícipes del clientelismo político? ¿Qué saben sobre amor a la Madre Patria si ellos nunca trabajaron por otra cosa que no sea su propia satisfacción?
Realmente los políticos son una clase dedicada al saqueo. Siempre insultados por sus acciones patrimonialistas y de arrebato del bien público, nunca avergonzados por sus actos. Siempre señalados porque lucharon contra los enemigos incorrectos: los indígenas, los campesinos, los estudiantes; cuando los enemigos explícitos estaban al frente del palacio de gobierno: la pobreza, la injusticia y la indiferencia. Insultados por refugiarse en la legitimidad otorgada por la falsa democracia y cobijarse bajo ideas manipuladas de las que el propio Marx estaría escandalizado. No habrá respiro para esta clase política que se sirvió una gran tajada de gobernabilidad y tomó un gran trago de poder hasta emborracharse en las calles de la Plaza Murillo.
Los comentarios sobre estos políticos frescos y desvergonzados se hicieron parte del pan de cada día desde el dos mil dieciséis. Esta clase política cínica que no puede luchar por democracia porque no es un fin, sino un medio. La campana de división sigue repitiendo su monótono sonido mientras la clase privilegiada tiembla ante el sonido de la marcha civil. El despecho de los políticos del ayer se convirtió en apetito por el poder de hoy. La desesperación por no ser alternativa democrática encegueció a aquellos rivales políticos que buscan refugio en las redes sociales.
¡Alerta, Champa-Guerra! La lucha por la democracia se ha convertido en un escenario en donde los principios esenciales de un sistema político saludable caen ante la intransigencia de la clase política acomodada. Los insólitos politiqueros no tienen una pizca de experiencia política y la meritocracia cayó a su más bajo nivel. La sangre combativa ya empezó a derramarse el jueves veinticuatro de mayo de dos mil dieciocho. Las calles se están por convertir en los Campos Elíseos.
Gonzalo Carrera Cornejo es politólogo.