Economía-Mercado Laboral

Viernes, 13 de julio 2018

Desempleo juvenil: ¿alerta roja?

Por Diego Escalante

“De la universidad mexicana a las listas de desempleo”, es el título con el que Ignacio Faricio retrata en un artículo de El País, la dificultosa situación con la que 2 de cada 5 jóvenes que están terminando la universidad, no pueden encontrar empleo. “Creciente desempleo juvenil preocupa en América Latina”, otro titular presentado en El Deber que explica que para el 2017, 18,3% de los jóvenes enfrentaron esta situación. Carlos Dabdoud explica que 180 mil jóvenes, entre 14 y 29 años se encuentran en desempleo. Finalmente otro artículo publicado en Página Siete explica que el 14,5% de los jóvenes se encuentran en situación de desempleo.

Hasta este momento parecería que los jóvenes estamos en una profunda problemática que requiere una alerta roja en todas las políticas públicas. Sin embargo, antes de sacar conclusiones deberíamos preguntarnos: quién, cuándo, dónde y qué fuente. Esto es importante porque lo que no les conté es que no todos los datos que cité tienen una fuente clara, tampoco tienen desagregación para Bolivia, no les dije el año y hasta empecé hablando sobre la situación en México.

Cuando nos preguntamos sobre las situaciones que enfrenta la población, debemos ser muy meticulosos antes de hacer alguna afirmación. Diversas fuentes tanto en datos como en opiniones pueden generar diferentes percepciones, a veces hasta generalizada de lo que ocurre; cuando no son más que eso, una percepción.

Por ejemplo: en el artículo de Dabdoud, uno de sus datos es la tasa mundial de desempleo juvenil esperada para el 2017 (en base al Banco Mundial) que fue de más del 13%. Pero en esta tasa, se encuentra Bolivia, Grecia, China, Venezuela y muchos más. Si nos quedáramos solamente con ese dato podríamos preocuparnos por lo que podría ocurrir, cuando es solamente una cifra mundial que ni siquiera tiene una comparación a lo largo del tiempo ni representa la situación relativa con cifras para Bolivia. Otro es el caso del artículo de Página Siete, porque yo decidí omitir algo importante: el artículo salió el 2015; además que no estoy cien por ciento confiado de todos los datos, porque hay algunos que no tienen fuente, y de las que sí, son citas del INE y de CEDLAS del 2012 y 2011, respectivamente.

Es necesario saber mínimamente la fuente, el año, la región y para comparar, también la tendencia.

Los medios de comunicación, forman parte del problema. En una charla TED de Hans y Ola Rosling, cuentan cómo que en un proyecto de investigación llamado Ignorance Project para saber la percepción de datos -o en todo caso su ignorancia-, primero preguntan a la población en general algunas cifras a lo largo del tiempo: muertes por desastres de causas naturales, años de educación de las mujeres y porcentaje de personas en pobreza extrema. Para el público entrevistado en Suecia y Estados Unidos, todos se equivocaron. Luego las preguntas van dirigidas a periodistas -por quienes nos enteramos de la información relevante y diaria- y ni siquiera ellos acertaron. De hecho, hacen el ejercicio con chimpancés y tienen resultados más acertados que el resto de la muestra - y ellos no ven televisión.

Pero algo que puede adherirse es que mucha información sobre algún resultado -errónea o cierta- forma la percepción que tenemos sobre una situación específica. Más aún si leemos los artículos que cité en un principio. Y eso es lo que está pasando con el desempleo juvenil.

Como curioso y escéptico que soy, decidí calcular los datos de desempleo juvenil porque aparte de que sé la fuente, me permite realizar más desagregaciones (urbana, por nivel educativo). Para que no sea una “caja negra” realizaré cálculos de fácil reproducción y además explicando su construcción.

Sobre el desempleo

Antes de mostrarles los datos, es importante definir qué es el desempleo y qué tipos de desempleo existen. Pues no es lo mismo estudiar y decir que no tienes empleo porque ni siquiera lo estás buscando o esperar a tener un trabajo que se adecue a tus expectativas o no poder encontrar empleo porque la economía está enfrentando una recesión.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define a las personas desocupadas como: aquellas personas en edad de trabajar que no cuentan con un puesto de trabajo, están disponibles para trabajar en el periodo de referencia y que tomaron medidas para encontrarlo. Las tres condiciones deben ocurrir para que una persona sea desocupada. El porcentaje que se muestra en los datos es el número de personas que cumplen estas condiciones entre el total de la fuerza de trabajo (suma de personas ocupadas más desocupadas).

Siguiendo las definiciones de la OIT, tres son los tipos de desempleo que más se utilizan: el friccional en el que una persona “busca” o “está a la espera de uno”, el estructural como una situación de desajuste entre los empleos que se ofrecen y que se necesitan y finalmente, siguiendo a Dornbusch, el desempleo cíclico es resultado de las fluctuaciones del ciclo comercial.

Los datos

Entonces a los datos: la fuente de información que utilizaré son las Encuestas de Hogares (EH en adelante) que elabora el INE. Para el análisis del desempleo, se utilizará la variable que construye el INE -para no agregar ni quitar- denominada “desocupado”. Esta variable, ya construida, se encuentra en la base de datos de EH. Respecto a la edad seguiremos la definición de la Ley Nº 342 o Ley de la Juventud, que en el artículo 7 define a la juventud en el rango de edad de 16 y 28 años. Los datos se estiman para la zona urbana.

Para el segmento entero, el desempleo juvenil en los años 2011, 2014 y 2017 disminuyó de 6,94%; 6,68% a 4,36%, respectivamente. Por lo que en cuestiones de tendencia el desempleo juvenil disminuyó. Además que para el año pasado la tasa de 4,36% es baja.

Sin embargo, el segmento elegido es aún muy diverso. Por lo que primero segmentaré el indicador para las edades de 19 a 23 que corresponden -tentativamente- a los jóvenes que se encuentran estudiando en la universidad (luego filtraré por las personas que terminaron secundaria y luego la universidad). Los resultados arrojan que nuevamente para este segmento el desempleo disminuyó: 8,33%; 8,09% y 4,71% (en la misma secuencia de años aquí en adelante). A pesar de que en 2011 el desempleo fue elevado para el 2017 se redujo en casi la mitad.

Para el siguiente rango, es decir, entre 24 y 28 o a los jóvenes que podrían haber acabado la universidad encuentro lo siguiente: 4,57%, 5,09% y 5,12%. En este caso, aunque las diferencias entre año y año son bajas, el desempleo incrementó en los años elegidos.

Finalmente, ahora realizaré un filtro para aquellas personas que efectivamente terminaron el colegio y para aquellos que terminaron la universidad. Para ello, la EH realiza la pregunta de: ¿Cuál fue el nivel o curso más alto que aprobó? Los resultados son los siguientes. Para los que acabaron solamente la secundaria el desempleo fue de: 6,87%, 6,15% y 5,68%. Bajo nuevamente. Y para los que acabaron la universidad: 8,41%, 7,94% y 5,09%.

Los resultados que encuentro muestran que desde el 2011 hasta el 2017, la disminución fue significativa. Además comparados con los artículos que mencioné en un principio, la diferencia es abismal. Pues son casi 3 veces más bajos.

Una comparación interesante es la tasa de desempleo general de la población. El INE determina el rango de edad desde los 10 años. Calculando en base a este rango, para los mismos años, el desempleo a nivel nacional urbano fue de: 3,81%; 3,54% y 2,63%. Esto quiere decir que el desempleo juvenil es mayor que el desempleo general de la población.

La economía enfrenta siempre con una tasa de desempleo (cuando no está influida por una recesión o un desempleo estructural). Esto por efecto de recientes entradas al mercado laboral, mientras se busca otro empleo o porque existen despidos o cierres de empresas. En el caso de los jóvenes que todavía no encuentran empleo puede deberse a que todavía están buscando insertarse y por su reciente salida de la universidad. A esto se suma que no somos conocidos, tenemos poca experiencia y la falta de información por fuentes disponibles limitan encontrar un empleo.

Lo que queda

Si bien las tasas son bajas, eso no quiere decir que se debería dejar la búsqueda de empleo a la suerte del mercado. Las políticas como Mi Primer Empleo Digno o el acuerdo firmado por la CAINCO para un Plan de Empleo o incluso la iniciativa de la Universidad Católica Boliviana para generar una red de jóvenes recién graduados, son necesarios para insertar a los jóvenes en el mundo laboral.

Un último punto que no mencioné, pues merece un artículo por sí mismo, es que la precariedad de los empleos es un problema que enfrenta un gran segmento de la població: bajos salarios, informalidad, trabajos temporales, sin seguro de salud, AFPs o enfrentar el subempleo. Pero este problema también lo enfrentan personas adultas por lo que su visualización es también importante. Pero por ahora empezar con tasas de desempleo es un primer resultado.

Diego Escalante es economista.