Opinión

Domingo, 8 de junio 2018

Pero ¿por qué abortan?

Por Estefani Tapia

Hay ciertos temas en los que la emocionalidad prima más que la racionalidad, el aborto es uno de ellos. Esta problemática es un tanto compleja para tratar por todo lo que implica, pero para verdaderamente generar discusiones que lleguen a alguna parte se deben dejar de lado las creencias religiosas, filosóficas y morales para dar paso a los argumentos racionales. De lo contrario no habrá más que intolerancia, falta de respeto, facilidad de juzgar y sobre todo la búsqueda de la imposición de una creencia sobre otra.

Ahora, si algo hay algo que dificulta más el debate es que se están discutiendo cosas distintas, y aquí es importante marcar la cancha. El debate no es si el aborto es bueno o malo y si se debería realizar o no. El debate es si las mujeres que realizan esta práctica lo harán en la clandestinidad o no.

Ante esto se debe dejar algo claro: a nadie le gusta el aborto, nadie está a favor del aborto, nadie desea alguna vez en su vida tener que abortar. Nadie. Porque como mujeres estamos conscientes del peligro que existe al someterse a esta práctica de la cual podemos no salir vivas, especialmente al hacerlo en la clandestinidad. Y si lo hacemos, si salimos vivas, hay también una posibilidad de que tengamos problemas de salud o psicológicos después. Es por esto que realmente ninguna mujer está a favor del aborto.

Si nadie está a favor del aborto, ¿por qué se pide su despenalización? Porque pese a que implica un riesgo enorme, pese a que está prohibido (salvo algunas causales) y pese a que además representa una condena social en nuestra sociedad, cientos de mujeres abortan diariamente en nuestro país y varias mueren en el intento. Es aquí donde se encuentra el debate, por lo que antes de tachar a esas mujeres de asesinas o irresponsables, sería bueno por lo menos indagar en por qué lo hacen.

¿Por qué una mujer violada decide no tener a su hijo? ¿Por qué una madre de tres decide no tener al cuarto? ¿Porque una mujer en condición de pobreza decide no tener un niño? ¿Por qué una joven de 18 realmente no desea ser madre?

Es importante entender algo, cuando una mujer recurre a un aborto clandestino es porque realmente está desesperada, porque por diversas razones no quiere ser madre, no se siente en la capacidad, no desea un hijo y no quiere traerlo al mundo. Y antes de decirle “si abriste las piernas antes, abrilas también para parir”, entendamos que cada persona vive y viene de un contexto distinto. Que el hecho de que uno tenga las posibilidades y el deseo de tener un hijo -planificado o no- no implica que todas estén en la misma situación. Porque no todas tuvieron la misma educación sexual, las mismas oportunidades, el mismo apoyo, el sustento económico, el apoyo moral de su entorno y por sobre todo no todas quieren ser madres.

Antes de decir “¿Por qué no usaste condón? Ahora hazte responsable de tus calenturas”, entendamos que (además de que usar anticonceptivos no es únicamente responsabilidad de la mujer), la educación sexual en Bolivia es realmente mala y en muchos casos inexistente. El tema de la sexualidad es un tabú aun en nuestra sociedad.

Las familias, quienes deberían ser los primeros responsables en tratar este tema, muchas veces no hablan de educación sexual con sus hijos por ser este un tema “incomodo” o por creer que en el colegio se harán cargo de esto. Por otro lado, la mayor parte de los colegios privados en nuestro país son católicos, y en los mismos hablar de sexo o de anticonceptivos es algo que puede resultar escandaloso. Repartir condones en estos establecimientos seria simplemente imposible. Ni en colegios privados, ni en colegios fiscales hay educación sexual, y si la hay, es demasiado básica. Si los niños y jóvenes no pueden recurrir a sus padres ni a sus profesores para hablar de este tema, lo único que les queda es hablar con sus amigos quienes poco o nada saben del tema al igual que ellos.

La irresponsabilidad es entonces de una sociedad desinformada, que considera que hablar de sexualidad es fomentar la promiscuidad o que simplemente considera que este es un tema tan delicado y vergonzoso que prefiere dejarlo de lado.

Por otra parte está también el hecho de que no existe un fácil acceso a métodos anticonceptivos, en primer lugar porque no todos los jóvenes tienen el dinero para adquirirlos o desconocen los centros donde podrían conseguirlos a precios reducidos o incluso gratis. Además está la condena social al acto sexual, el hecho de que la sexualidad de la mujer se mire como promiscuidad y que por ende, resulte complicado para una mujer el simple hecho de comprar anticonceptivos sin sentir vergüenza o cierta humillación.

Tiene relevancia también el tema cultural y el machismo predominante en nuestra sociedad. La realidad es que muchas mujeres no tienen siquiera la opción de usar preservativos o de negarse a una relación sexual. Frecuentes son las historias de mujeres, especialmente de aquellas del área rural o de zonas periurbanas, que son forzadas por sus maridos a tener relaciones, quienes además les prohíben usar anticonceptivos por considerar que si los usan los engañaran con otros hombres. Esa es la realidad de muchas mujeres.

Y están también las mujeres que tuvieron acceso a educación sexual y que además se protegieron pero a quienes el método anticonceptivo les falló, ya que ninguno es 100% seguro. ¿Estamos entonces en el derecho de obligar a todas estas mujeres a ser madres de todas formas? Y aunque no sea ninguno de estos el caso, cada mujer tiene sus razones y no se les debería tratar de imponer la maternidad simplemente porque tienen la capacidad de serlo.

Lo triste es que muchos pensaran: “pero para evitar todos esos casos, la mujer no debería haber tenido relaciones sexuales”. Este es nuevamente el problema, porque además de condenar únicamente a la mujer y liberar de toda culpa al hombre como sucede en tantos temas, se busca imponer que las mujeres solamente deberían tener relaciones sexuales para procrear. Y no, las mujeres, al igual que los hombres, tenemos instintos sexuales y tenemos todo el derecho a ejercer nuestra sexualidad sin ser juzgadas o ser llamadas promiscuas.

Ahora, sea cual sea el caso, no por el hecho de que uno condene el aborto éste dejará de existir. Porque si una mujer verdaderamente no tiene el deseo de ser madre encontrará la forma de abortar. La diferencia está en que una mujer que tiene las posibilidades económicas, podrá hacerlo en un lugar relativamente seguro y con mejores condiciones; la que no, buscará el lugar más barato, sin importar el maltrato y los riesgos que corra; o finalmente, en su desesperación buscará medidas más drásticas como introducirse objetos en la vagina o tirarse de las gradas. Porque sí, aunque no lo queramos ver esto sucede y es aquí donde antes de llamarlas asesinas debemos primero tratar de entender su situación.

Claramente la despenalización del aborto no es la única ni la primera o la mejor solución. La principal solución es claramente una buena educación sexual, pero este es un proceso de largo plazo. Mientras tanto ¿Qué hacer hoy con las mujeres que mueren a diario por un aborto clandestino? Es por esto que se hace necesaria la despenalización del aborto, que tendría que venir acompañada de una fuerte campaña de educación sexual, de mayor facilidad para adquirir métodos anticonceptivos, de romper con paradigmas sobre la sexualidad que están tan arraigados en nuestra sociedad, de incluso un buen sistema de adopciones y de una serie de discusiones sobre varios temas relacionados.

Para cuando llegue el momento en nuestro país, logremos que la discusión haya madurado. Porque aunque no nos guste, continuarán existiendo mujeres que aborten, porque la maternidad no debe ser una imposición, porque una mujer debería poder elegir si ser madre o no y cuando serlo, y sobre todo, y esta es una consideración muy personal, porque si un niño viene al mundo debería haber sido deseado por su madre.

Estefani Tapia es licenciadada en Negocios Internacionales con mención en Ciencias Políticas.

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