Crónicas de las que resisten
Canción sin miedo
Por Marina Bel Herrera
- 08-03-2021
Bajamos las ventanas del auto porque, aunque parecía que hacía frío, (las botas y chompas que estábamos usando demostraban que nadie había consultado la app del clima) el tímido sol que ahora se asomaba estaba empezando a hacernos sudar.
“Pon la canción que nos encanta, la escucharemos hasta que nos la aprendamos” me dijo una mujer que quiero y admiro. Una mujer que dedicó su vida a enseñarnos y trabajar por todas, creando, escribiendo, enseñando, legislando… “¿Viste el video? Cada vez que lo veo se me ponen los pelos de punta, cuánta fuerza”.
Abro al vuelo Spotify sin dudar por un minuto cuál es la canción a la que se refiere, brego un poco al conectar mi celular al bluetooth (soy una millennial que se pelea con la tecnología y que normalmente pierde), pero lo consigo y empieza…
Que tiemble el Estado, los cielos, las calles
Que teman los jueces y los judiciales
Hoy a las mujeres nos quitan la calma
Nos sembraron miedo, nos crecieron alas
A cada minuto de cada semana
Nos roban amigas, nos matan hermanas
Destrozan sus cuerpos, las desaparecen
No olviden sus nombres, por favor, señor presidente
Empezamos a tararear y cantar las partes que nos sabemos mientras miramos por la ventana lo linda que se ve Cochabamba con sol después de semanas de lluvia. Estamos contentas del día que hace y comentamos que más tarde sería buena idea ir a caminar un rato.
Abstraída mirando por la ventana la secuencia de árboles y carteles de propaganda política para las elecciones subnacionales me pongo a pensar en que debería leerse surrealista pedir y decir que nos queremos vivas. ¿No es una obviedad? ¿Quién no se quiere vivo? Tendría que ser tan ridículo como pedir que te dejen respirar. Tal vez en otra dimensión la lectura podría ser esa, ¿aquí, en la nuestra? no sólo no es surrealista, es urgente, es necesario, es como dice la frase: de vida o muerte.
Por todas las compas marchando en Reforma
Por todas las morras peleando en Sonora
Por las comandantas luchando por Chiapas
Por todas las madres buscando en Tijuana
Cantamos sin miedo, pedimos justicia
Gritamos por cada desaparecida
Que retumbe fuerte: ¡Nos queremos vivas!
¡Que caiga con fuerza el feminicida!
Una mujer es asesinada cada dos horas en América Latina por el hecho de ser mujer.
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Y no, no, no, no, ya sé lo que estás pensando, lo escucho hasta aquí, y te lo aclaro rápido, no es homicidio, como piensas, es fe mi ni ci dio. Por sílabas, y en negrita.
Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo
Si un día algún fulano te apaga los ojos
Ya nada me calla, ya todo me sobra
Si tocan a una, respondemos todas
“Si tocan a una, respondemos todas”, cantamos al unísono, ésta parte ya nos las sabemos y no sé si es que la música ayuda y nos emociona, o es un boost de energía sorora, pero sólo nos falta hacer un puño y subir el brazo. Pienso en la mujer que tengo a mi lado y en nuestra conversación del día anterior sobre sus experiencias en varios encuentros feministas, como me describía una sensación de compañerismo y de sentirte acompañada. Una sensación que yo podía narrar con la misma exactitud sin haber estado en los momentos y lugares que ella recordaba. Haber encontrado en nuestras compañeras: comunidad, a pesar de la sociedad en la que vivimos. Haber construido estos espacios de reconocimiento, de deconstrucción y lucha, de poder ser y tener el espacio para hacerlo, con ésta mirada de mundo en la que existe una deuda histórica con cada una de nosotras.
Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa
Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria
Soy la niña que subiste por la fuerza
Soy la madre que ahora llora por sus muertas
Y soy esta que te hará pagar las cuentas
¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!
Pienso en la mujer que tengo a mi lado y en todo el esfuerzo que dejó por todas, todas las que aportaron y que están en todo lo que hacemos detrás y delante nuestro, generaciones, orígenes y realidades diferentes, mujeres que pusieron y ponen el cuerpo por todas. Las que no conocimos, y las que conocimos, pero ya que ya no están.
Cantamos sin miedo, pedimos justicia
Gritamos por cada desaparecida
Que retumbe fuerte: ¡Nos queremos vivas!
¡Que caiga con fuerza el feminicida!
¡Que caiga con fuerza el feminicida!
Me pregunto cómo habrá empezado con el feminismo, cuál habrá sido ese hito, esa situación, esa persona, ese libro o esa injusticia o cualquier otra cosa que la hizo empezar ésta trayectoria tan valiente y liberadora, como dolorosa. - El reconocer las cosas por su nombre, por lo que son, normalmente es dolor lo que trae al principio. - Me digo a mí misma que se lo preguntaré más tarde, pero al final ese día me olvido y queda meramente como una intención. (Pero esa pregunta pendiente me asegura otra conversación sobre el tema con ella, y eso la verdad, es que me alegra) … Me gusta pensar que hay tantos feminismos como mujeres: sé que todas desde nuestra diferencia tenemos un aporte valioso. ¿Ya dije también, que necesario es?
Y retiemblen sus centros la tierra
Al sororo rugir del amor
Y retiemblen sus centros la tierra
Al sonoro rugir del amor
Tanto que decir y que hablar y que reconocer, tanto que debatir y que construir. Tanto que hacer, tanto por lo que luchar. Las injusticias y violencias que se apilan silenciando por momentos nuestra esperanza. Pero a pesar de eso, de todo y hasta de lo que desconocemos, como la canción que nos encanta, bien dice: “nos sembraron miedo, nos crecieron alas”. - Y en eso resumo “Ser (y entenderse) mujer en una sociedad patriarcal.” Nos miramos las unas a las otras, nos dimos las manos, y aunque pensábamos que no era posible; nos crecieron alas. -
Llegamos al supermercado con un timing perfecto. felices porque nos dejó escuchar toda la canción. Vamos tarde para poder hacer la comida y vamos a bajar a comprar lo que necesitamos con el apuro del cuerpo pidiendo comida, que como todos sabemos, es la peor manera de comprar (tenemos una obsesión importante con unas galletas bañadas en chocolate). Sé que en el momento en el que estemos cocinando la volveremos a poner como primera canción y que seguiremos perseverando en nuestro intento de aprendernos la letra, sé que seguiremos poniendo nuestro granito de arena desde nuestro espacio, a nuestra manera. Sé que, aunque nos quieren hacer creer que hay mucha evidencia de lo contrario, un día podremos decir que lo logramos, podremos decir que finalmente todas, todas, toditas; somos libres.
Los extractos son de la “Canción sin miedo.” Mon Laferte, Vivir Quintana y El Palomar.
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Marina Bel Herrera es internacionalista y deambuladora profesional. Hace el intento de escribir, para hacer el intento de entenderse.