Opinión

Censo 2023, ¿Objeto o pastel?

Existe una correlación, espuria para el resto del mundo, pero perfectamente entendida por los bolivianos, entre el mes de octubre y el dinamismo del agente político nacional. Este año nos toca discutir por el censo.

Por Victoria Vera Guzmán

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(Fuente: dw.com

En TikTok, una de las aplicaciones más populares de los últimos años, que tiene como usuarios desde al candidato eterno a la presidencia en Bolivia, hasta a una amiga a la que simplemente le gusta bailar; se ha hecho viral el trend “¿Objeto o pastel?”, para revelar si algo es un pastel hiperrealista, o efectivamente se trata de un objeto. El censo aún no es un hecho y el paro sigue, lo que genera la duda: ¿será un hecho o simplemente parece uno? ¿objeto o pastel?

A días de cumplir el mes de paro indefinido en Santa Cruz, la discusión por el censo y la problemática vivida en Bolivia, dando énfasis al oriente boliviano, no han arribado a ningún resultado que ponga fin a la inmovilización, al encierro y al movimiento económico pobre (nótese el juego de palabras). Mientas que, tanto la violencia, como el resentimiento cruceño en contra de la sede de gobierno, crecen exponencialmente.

De manera que, el oriente boliviano se encierra reviviendo una cuarentena denominada en esta ocasión “paro”, que además de negar la conformidad del pueblo cruceño ante las decisiones del presidente Luis Arce respecto al censo, perjudica al traje de calma e inocencia que viste el gobierno y naturalmente, la economía del país.

Por otro lado, el privilegio, la clase social y la ubicación geográfica de aquellos residentes en la ciudad de los anillos representan sesgos para afrontar la verdadera discusión, defender la cualidad improrrogable del censo; y convierten al contexto actual en un descanso indefinido o en impotencia expresada en infierno, dependiendo de los elementos descritos en la primera línea.

Es así como, el empoderamiento del cruceño expresado en paros, reclamaciones de impacto nacional en contra de las decisiones del Gobierno y discursos políticos regionalistas de extrema derecha, escalan al punto de crear un discurso motivacional popular en la región oriental que sostiene como un secreto a voces el ideal de una separación del Estado boliviano o simplemente la sustitución del mandato gubernamental por uno impuesto por medio de un “golpe de Estado”.

Esto endulza el oído del cruceño y llega al imaginario como un suceso viable, porque como ya saben, “para el camba, el cielo es el límite”.

Pese a todo lo anterior, el esfuerzo no es en vano, la motivación es más válida que cualquier intento de sedante que el Gobierno trate embutir en la sociedad boliviana para lograr que la transparencia de sus actos administrativos sea tan clara como la de aquellos del Ministerio de la “Verdad de Eurasia” en el mundo orwelliano.

Pelear por lo justo siempre ha caracterizado a los bolivianos. Las huelgas de hambre de algunos actores o partidos políticos, el paro y las distintas manifestaciones dadas de manera individual o colectiva, más allá de ser eficaces, son gritos de auxilio, que, de no existir, carcomerían los ánimos de rebeldía y llenarían de culpa los corazones de aquellos bolivianos que sí son conscientes de la importancia del censo 2023.

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¿Cuánto va a valer obligar a los empresarios el pago de sueldos, contando con la suspensión en la producción?; ¿cuánto va a valer la inmovilización de los comercios pequeños que se sostienen con lo ganado en el día a día? La búsqueda de la verdad y la pelea por lo justo y lo correcto no tiene precio, pero al final todo se resume a costos. Sí, el dialogo es un buen camino para encontrar una solución, pero la lucha contra la subordinación a la toma de decisiones del gobierno azul es vital además de encantadora.

Pasan los días y el cabildo llega a las calles cruceñas bajo el amparo del Cristo Redentor en el segundo anillo. Sorprendentemente, la amplitud de las preguntas realizadas en el cabildo es irreprochablemente gigante, los cinco puntos que se supone median los intereses y la verdadera intención del pueblo cruceño dentro del margen del censo, no fueron más que un discurso político que ni una persona de formación mayor al pregrado podría entender, y solo llegaron a cambiar el norte de la discusión: si el censo 2023 o 2024 es un hecho o no, un objeto o un pastel. Dejando el estereotipo y el estigma “colla” de minimizar el pensamiento crítico del camba, ¿ustedes creen que los asistentes al cabildo pudieron entender las preguntas?

Finalmente queda preguntarse si la promulgación de una ley efectivamente podrá ser una bandera blanca para los problemas iniciados en octubre de este año. Estos conflictos nos permiten ver que existe una tendencia del gobierno a descalificar todo lo que no sea su posición y eso es preocupante en función de cualquier escenario de diálogo y democracia.

Cabe concluir con una solución, o simplemente la narración de un escenario que representó el fin con un inverosímil quid pro quo. Por ahora, sólo se puede esperar que el censo sea una realidad. Que sea un objeto y no un pastel.

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Victoria Vera Guzmán es graduada de Derecho y estudiante de Economía.

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