Opinión
Lunes, 5 de noviembre 2018
Democracia y ciudadanía
“Si bien todo mundo puede hacer escuchar sus ideas políticas, no significa que esas ideas sean del todo acertadas.”
Por Gabriel Villalba Pérez
En una vorágine ultra politizada y a la vez polarizada del acontecer coyuntural boliviano, se interpreta la acepción “democracia” desde los sujetos y actores que la construyen y ejercen. A la par de analizar la realidad social que se presenta ante nosotros, en la interpretación y posicionamiento político de nuestras ideas se debe enfocar toda opinión sustentada en la formación y conocimiento. Si bien todo mundo puede hacer escuchar sus ideas políticas, no significa que esas ideas sean del todo acertadas, de contenido relevante o verdades universales.
Así como la opinión de un ingeniero es altamente relevante para entender la estructura de un puente o un edificio por la pericia y monopolio del conocimiento que ejerce el profesional sobre el tema; también la opinión de un analista político, no necesaria y exclusivamente un politólogo, debe poseer ese nivel de prestigio e influencia. En un mundo multidisciplinario la exigencia cognitiva es altísima, así, un economista, sociólogo, politólogo, abogado, historiador, médico, que pretende hacer valer sus ideas políticas no le sirve de mucho adscribirse dogmática y únicamente a su rama especifica de conocimientos.
Por ejemplo, se ha puesto muy de moda en nuestra sociedad hablar de “democracia” como un concepto anquilosado en el tiempo o una ley escrita en piedra como un precepto religioso, sin percatarse que toda democracia (con sus actores, instituciones, estructuras y superestructuras) es producto de un momento histórico determinado y hechura social, por lo tanto una creación social comunitaria.
Ahora bien, ¿ejercerán la democracia únicamente los “ciudadanos”? Desde la antigua Grecia, pasando por el imperio romano, la revolución francesa y la constitución norteamericana que da inicio al constitucionalismo clásico el Ciudadano era aquel sujeto facultado para ejercer derechos civiles y políticos, elegir y ser elegido. El desarrollo histórico de las sociedades modernas evolucionó en sus sistemas políticos, de monarquías a democracias selectivas, de dictaduras a democracias representativas.
En Bolivia desde su fundación en 1825 se pasó de sistemas de gobierno patriarcales donde única y exclusivamente el hombre hacendado, propietario de la tierra y a la vez de campesinos que trabajaban la misma, o propietario de los medios de producción poseía derechos políticos; a sistemas de democracia universal donde se le facultaba el derecho al voto tanto al campesino como al ciudadano, tanto al pobre como al rico, tanto a la mujer como al hombre (revolución del 52, Voto Universal). Pasando por sistemas de democracia pactada donde familias adineradas agrupadas en partidos políticos detentaban el poder por medio de alianzas para repartirse el manejo del Estado en función a sus intereses oligárquicos (oligarquías mineras, financieras, comerciales en occidente y oligarquías ganaderas, terratenientes, agrícolas en oriente).
De esa suerte de redistribución del Estado en función a intereses oligárquicos se pasó a dictaduras militares con total supresión de derechos políticos, pasando a la pérdida de soberanía nacional aceptando designios del Consenso de Washington (que no era otra cosa que la negociación de la deuda adquirida durante las dictaduras militares del Plan Cóndor) entre otros. En todos esos periodos históricos narrados sucintamente la “ciudadanía” no bastó para ejercer la “democracia” por lo cual se evidencia el carácter obsoleto de la concepción de ciudadanía como garante y articuladora del carácter democrático de una sociedad.
Siendo la “ciudadanía” una forma incipiente y primaria para el ejercicio de una democracia participativa representativa. La democracia moderna es ejercida tanto por los ciudadanos como por los campesinos, tanto por hombres como mujeres, tanto por plataformas ciudadanas como movimientos sociales. Es así que la concepción de ciudadanía queda como resabio de una democracia de pocos, una democracia de algunos. Construyéndose desde la emergencia de los movimientos sociales una democracia amplia, no solo de “ciudadanos” sino de bolivianos.
Gabriel Villalba Pérez es Abogado, con mención en Derecho Internacional y especializado en Geopolítica e Integración Regional.