Música
El Madrileño: La obra maestra del futuro pasado
Por Sabina Salomón
- 16-04-2021
Es complicado empezar a escribir sobre El Madrileño, las obras de arte siempre son difíciles de describir en papel, en cierta medida porque escribir sobre ellas a veces termina por quitar algo de su magnificencia, en la mayoría de los casos lo mejor es escucharlas y observarlas en la compañía de la sublime sensación que generan en uno. Sin embargo, El Madrileño es diferente, el proyecto de C. Tangana, Santos Bacana y el resto del equipo de Little Spain es de esas obras que provocan, aquellas que son difíciles de sacar de la mente, esas pocas con las que solo puedes estar tranquilo al hablar sobre ellas, compartiendo los pensamientos que instala con otros. Podemos decir que son esas obras las que pueden calificarse como intelectuales, en tanto logran hacer que una sociedad debata, que logran captar -quien sabe si consciente o inconscientemente- el lenguaje de una época, un momento histórico preciso.
El álbum de Puchito es una experiencia, un viaje, una reflexión. Tanto musical como visualmente, el disco te invita a gozar y ver una composición de épocas, una perfecta mezcla de lo tradicional con lo moderno, pero no es simplemente una combinación de uno con otro, es en cierta medida una rehabilitación de conceptos, una apuesta de integración, quizá por eso el videoclip de Comerte Entera escoge a la Casa Carvajal como locación, pues no hay una obra arquitectónica en España que represente mejor ese concepto.
Es necesario mencionar que El Madrileño tiene bastante samplete, pero no en un sentido de plagio, sino en uno de rehabilitación y hasta resignificación, es capaz de realizar lo que solo los grandes artistas logran, saber copiar, copiar bien, dando crédito, pero también elegir cuando dejar de hacerlo y darle un toque propio, aquello que sale del esquema y lo vuelve único. Es por eso que no se tiene miedo a reconocer las fuentes de inspiración, existe una playlist creada por Antón en Spotify para poder ver todas las canciones sampleadas.
Tangana es capaz de viajar en el tiempo y lograr situarse en los años 60 y navegar desde ese punto a través de los años y los géneros. Con grandes invitados, como Jorge Drexler, Andrés Calamaro, Eliades Ochoa, Niño de Elche, Toquinho, entre muchos otros grandes artistas y hasta reviviendo a Pepe Blanco, Pucho es capaz de caminar entre la bossa nova y los ritmos urbanos, entre la rumba y la bachata, entre el bolero y el flamenco.
“Con grandes invitados, como Jorge Drexler, Andrés Calamaro, Eliades Ochoa, Niño de Elche, Toquinho, entre muchos otros grandes artistas y hasta reviviendo a Pepe Blanco, Pucho es capaz de caminar entre la bossa nova y los ritmos urbanos, entre la rumba y la bachata, entre el bolero y el flamenco ”
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A todo esto, le acompaña una composición visual sublime, una dirección de fotografía exquisita, propia de un trabajo fascinante desarrollado por Santos Bacana, que, como no podía ser de otra manera, conduce en lo visual la idea de integración de épocas ya presente en lo musical. Las referencias no faltan aquí, desde guiños al trabajo de aclamados directores como Jean-Luc Godard, Mike Nichols o Quentin Tarantino, pasando por referencias al pintor Edward Hopper y llegando al contraste arquitectónico entre Demasiadas Mujeres y Tu Me Dejaste De Querer, con lo tradicional y rural de España, con los símbolos religiosos, las iglesias y las monjas en la primera y la modernidad y lo urbano, con el Edificio España de Madrid en el segundo.
Tangana capta el contexto que lo rodea, un mundo que tiene que lidiar con soluciones más complejas que la simple invención continúa de productos completamente nuevos y nunca antes presentados, comprende que en nuestro mundo también hace falta la restauración y el mantenimiento de estructuras, en su caso las musicales, pero una idea que está presente en muchos campos artísticos y prácticos. Un mundo con una crisis ecológica, con altas desigualdades y con una pandemia, parece no necesitar nuevos discos, nuevas casas, nuevas pinturas, pues éstas requieren materiales y espacios que provienen del mismo lugar que nos legó la situación crítica en la que nos encontramos, en lugar de eso propone recuperar el pasado (pero no en un sentido romántico) para reconstruir un habitar para el mundo contemporáneo y las generaciones futuras, es ahí que lo intergeneracional cruza la sola mezcla de ritmos de tiempos dispares y se transforma en un retrato de época.
El Madrileño es una obra que habla desde un momento de la historia, muchos lo critican por las muchas colaboraciones, cuando en realidad esto es parte del concepto del álbum, una obra que apela a la recomposición, rehabilitación e integración, ninguna de estas se puede hacer desde una perspectiva meramente individual, son necesarios vestigios de genialidad ajenos, se necesitan las consonantes de Drexler, el rojo, amarillo y azul de Godard, la lírica de Pucho. No es una simple revisión de ideas ajenas, son relaciones dialécticas entre las diferentes posiciones artísticas, es una tensión que nos lleva al esplendor de esta obra, pues toma en cuenta las aportaciones de todos estos artistas, pero también hace a su manera una crítica de estos, no se queda solo viendo el primer plano, sino que entiende que hacer música involucra ver el panorámico, el que nos muestra todo, porque es ahí donde podemos avanzar en el devenir del absoluto.
Estoy seguro que este texto confirma mis temores, probablemente es un tanto perjudicial, pues no logra captar lo maravilloso del álbum, seguro el espíritu de la obra -aprender mucho de lo ya compuesto, pero haciendo una crítica, resignificando, avanzando, no en relaciones lineales, sino dialécticas- no es captado del todo por mis cortos argumentos. Seguramente lo mejor que puedo hacer para que puedan sentir esto, es invitarlos a escuchar y ver el magnífico trabajo de nombre El Madrileño.
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Sabina Salomón es comunicadora.