Cuento
El Revólver Encantado
Por Mauricio Zárate Gozálvez
- 07-02-2021
El público hablaba y bebía tranquilo en una clara muestra de impaciencia. Las luces del escenario se encendieron y salió un hombre alto, de cabello negro, pálido, afeitado al ras y con un sombrero de bombín en lugar del típico sombrero de copa de magos.
— Damas, caballeros, soy el Mago Freire, pero me pueden decir Mago porque no hay nadie como yo. Es la primera vez que me presento en este prestigioso teatro, y les aseguro que todo lo que estoy por mostrarles se les quedará en su cabeza de por vida.
Entonces, el Mago sacó un revólver, los capos mafiosos soltaron sus habanos y algunos políticos se atoraron con sus whiskeys.
— No se preocupen damas y caballeros, este revólver lo adquirí en las calles de Arabia, engatusé a un viejo brujo y enamoré a su hija, como venganza, él me cambió mi arma por este revolver embrujado que sólo me lástima a mí. Nada puede hacer a ninguna persona. Como prueba, miren… — El Mago, subió las manos y la ropa salió de su cuerpo por arte de magia; mostrando decenas de heridas de bala por todo el pecho y abdomen, las damas silbaron mientras los caballeros aplaudieron asombrados.
Una vez vestido, el Mago aventó un humo de colores de donde salió una modelo hermosa, cabello castaño, piel canela y ojos claros; pequeña, con mallas negras y una camisa blanca. Las damas aplaudían mientras los caballeros silbaban.
La modelo sonrió y dio pasos elegantes y llamativos por las mesas para que la contemplarán mejor pero sin permitir que nadie la toque. Al volver al escenario sacó de la nada un maniquí intacto.
“Acto seguido el Mago aplaudió y apareció la bella doncella que servía de asistente, esta vez más sonriente que nunca, con el cabello castaño suelto y más atractiva que nunca. ”
El Mago invitó a dos personas del público a subir, un matrimonio aceptó la invitación.
— Dama, caballero, antes que nada quiero aclarar que nunca nos hemos visto, dicho esto les invito inspeccionar el maniquí, sobre todo la cabeza, para comprobar que está en perfectas condiciones.
El matrimonio lo palpó y afirmó al público que estaba intacto y sin defectos. Entonces, el Mago los llevó detrás de él junto con la modelo y apunto al maniquí, después de un par de amagos, disparó sin reparos, la cabeza del maniquí estalló en mil pedazos.
— Como habrán visto, el revólver dispara, pero solo porque era un objeto y no una persona. Ahora, le disparare directamente a mi hermosa asistente para que vean que es un revólver incapaz de lastimar a alguien que no sea yo.
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Tras decir eso, el público se impacientó, incluso la modelo dejó de sonreír, aunque no oponía ninguna resistencia. Algunas personas le dijeron que no era necesario, que le pagarían si es que no disparaba, pero el Mago indignado dijo que no debían desconfiar de él. Entonces llamó a una persona del público al azar para comprobar que el arma disparase.
— Estuve en el ejército 40 años y puedo asegurar que éste revolver funciona y tiene munición, pero me sumo a los pedidos de que no dispare, no es necesario.
— Mi señor, tenga confianza en que este revólver está encantado y no puede lastimar a nadie más que a mí. — Dijo el Mago.
El Mago fue detrás de la doncella, puso una mampara de vidrio detrás de ella para evidenciar que no fallaría el disparo, apuntó, entrecerró un ojo y disparó, el sonido hizo temblar a todos, y tras un silencio ensordecedor, la hermosa doncella abrió los ojos y saltó de alegría, miró al piso y encontró la bala, la sostuvo y se la mostró al público que aplaudió al unísono.
Terminado el acto, todos aplaudieron y el público se dio por satisfecho, en la puerta del camerino, el Mago dijo:
— Por favor, no vuelvas a hacer eso.
— Lo siento es que…
— Sé lo que pasó, fueron mis palabras, no lo dije bien, es mi culpa. — Se disculpó el mago y entraron a cambiarse.
El viernes siguiente, el Mago apareció en un nuevo teatro. Se hizo esperar lo justo y empezó:
— Damas y caballeros, vengo de un viaje por toda Asia y Europa del Este, es el primer acto que realizo en mi hermosa España desde el accidente que sufrí en Arabia.
Mira:
El mago sopló de su mano y entre un polvo y muchas luces se dibujó un boulevard de Arabia que se movía, mostraban una silueta de una joven mujer y un hombre con sombrero de bombín, ambos se besaban apasionadamente, y se abrazaban con evidente amor. El público en silencio veía la magia maravillados totalmente absortos en la historia. En la misma se veía a la silueta de la mujer discutir con un hombre que evidentemente era su padre, él la agarró del brazo y se notaba que negaba algo a su hija. En pleno silencio el mago aplaudió de improviso eliminando todo el humo e imágenes que había creado. El público se levantó de sus asientos para aplaudir maravillados.
— Lo que les mostré es una triste historia, verán, viajé a Arabia a aprender más de las artes de oriente, aprendí de un poderoso brujo, quien tenía una hermosa hija. Pronto nos enamoramos, pero mi estadía en Arabia había terminado, se lo dije al brujo quien se lamentó pero no opuso resistencia, hasta que le confesé…
Las luces del teatro volvieron a atenuarse, y esta vez, también como en humo, se veía al mismo mago pero años más joven y con una expresión de sincera felicidad decir: «Maestro, no fue mi intención, pero me enamoré de su hija, nunca me había pasado, la veo y veo la felicidad, la beso y conozco la felicidad. Déjala viajar conmigo y darle la vida que merece, nunca la lastimaré y la haré la mujer más feliz del mundo.» A lo que el maestro ciertamente enojado sólo alcanzó a decir en un español precario: «Esta no es vida para ella, ella tiene que tener una vida diferente, jamás te dejaré que te la lleves a hacerla infeliz, fuera de aquí y no regreses».
— Ella también estaba enamorada, pero tras una serie de confusiones y hechizos, ella logró escapar, su padre no me lo perdonó y disfrazado me intercambió el revólver que siempre llevaba por éste que ven. — Y mostró un revolver totalmente común. — Aunque no parezca especial, el viejo brujo lo encantó para que este revólver solo pueda lastimarme a mí. Puede destruir objetos, pero no herir a nadie que no sea yo, y ahora lo comprobaré.
Acto seguido el Mago aplaudió y apareció la bella doncella que servía de asistente, esta vez más sonriente que nunca, con el cabello castaño suelto y más atractiva que nunca. El Mago repitió el acto de siempre, disparó a objetos y después a la hermosa asistente quien no sufrió ningún daño.
La siguiente semana el Mago se encontraba en un nuevo teatro, pronto empezó su interludio a la magia:
— Damas y caballeros, hace unos años estaba yo en Arabia aprendiendo las viejas magias orientales, hasta que la conocí, la mujer más hermosa del mundo, la ternura hecha persona, la magia hecha realidad… — Después de una breve introducción, el Mago creó un pequeño tornado que como un holograma mostró una casa en Arabia, donde estaba un viejo llorando y diciendo «¿por qué se tuvo que ir? Nunca va ser feliz, yo lo sabía, se los advertí…».
El público pronto entendió que era el brujo, entonces, el mago invitó a alguien a comprobar que el maniquí estaba intacto. Después sin dudarlo preguntó quien supiera de armas para probar que el arma funcionaba. Dos personas, evidentemente soldados, levantaron la mano. Él los invitó a pasar, aunque se notaba que estaban ligeramente ebrios, el Mago no vio ningún riesgo, pero mientras uno de los hombres le contaba de sus campañas en Europa, el otro intercambió el revólver con el suyo sin que el mago ni la doncella se dieran cuenta. Entonces el que intercambió el arma gritó «Esta arma es común y corriente, está en perfecto estado y con munición, mataría hasta a un caballo».
Entonces el Mago creó un cristal en el lado opuesto del escenario y pidió a la doncella prepararse. Como era costumbre, el público reclamó y dijo que él ya había probado su magia y que no era necesario, pero el Mago los calmó diciendo: «Créanme, sé de primera fuente que este revólver sólo puede herirme a mí». Mandó a los jóvenes a su asiento y una vez preparado disparó.
La doncella guardó silencio, aunque estaba sorprendida como nunca, segundos después sonrió y mostro la bala que le llegó y que ella estaba totalmente ilesa. El público aplaudió, mientras los jóvenes estaban sorprendidos y despertaron de la embriagues con el susto. Acabado el acto fueron al camerino, tanto para disculparse por su irresponsabilidad como para felicitar a la doncella por poder atrapar balas, pero antes de entrar escucharon voces:
— Prométeme que este será el último mes del disparo, eres el mejor mago del mundo, puedes enseñarles otros. — Evidentemente era la doncella con una voz totalmente encantadora.
— Lo sé, te lo prometo, entiendo que te traiga recuerdos, pero muchos dueños de teatros escuchan del disparo y me contratan por eso, prometo tratar que sea el último mes, pero si luego no me contratan sólo por eso deberemos retomarlo, entiéndeme. — Decía la voz de suplicio del Mago, hasta que la doncella estalló en llanto y dijo:
— Tu entiende que cada disparo lo recuerdo, recuerdo cuando vi a mi padre intercambiar el revólver, decir que lo encantó para solo herirte a ti…
— ¡Basta, no hables más! — Suplicó el Mago.
— Recuerdo cuando estábamos en el puerto para irnos y él apareció para interponerse, recuerdo cómo se empezaron a golpear aunque yo trataba que dejen de pelear, recuerdo que el sacó su revolver y tú lo pateaste y sacaste el tuyo, pero él al verlo te lo quitó….
— Por favor, ya no hables más, no imaginas cuanto…
— Te apuntó y sin dudarlo disparó, yo sabía que estaba encantado para sólo herirte…
— Pero tu padre no consideró, que la mayor forma de herirme era lastimándote, así que el revólver al ver que te interponías, disparó de todos modos… y te mató….
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Mauricio Zárate Gozálvez es аbogado.