Feminismo

En vez de transexclusionismo: Críticas contundentes desde la emancipación social

La lucha necesita más cerebros y más cuerpos articulados para resistir contra un sistema que nos quiere fragmentadxs, nos quiere en discordia entre nosotrxs mismxs. Mientras las fronteras antiderechos como las Iglesias, las corporaciones, las logias, las oligarquías y los círculos fascistas de poder se articulan creando una narrativa en común

Por María José Gordillo

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(Ilustración por Edur Kaos Art)

Si las feministas de algo nos tenemos que sincerar por más que moleste es que en estos momentos estamos pasando por contradicciones entre movimientos que podrían fácilmente significar rupturas, si no las miramos desde perspectivas críticas en búsqueda de la emancipación. Ya que si algo nos enseñaron las activistas, teoristas y grandes exponentes del feminismo es que el movimiento está siempre en constante cuestionamiento, y que eso significa nada más y nada menos que su potencial siendo propulsado para así lograr abarcar más experiencias, más producción de conocimiento, de herramientas, y de cuestionamientos que sobrepasen a la mera teorización del patriarcado: sino que lo entiendan en su entramado funcional con el capitalismo y al colonialismo.

Primeramente quisiera resaltar que mi ánimo no es el de ridiculizar o atacar a las feministas radicales que se identifican con posturas separatistas. Por la misma razón que entiendo de sobremanera (y apoyo) la necesidad de ciertos grupos de ejercer separatismo para crear y mantener espacios seguros. Pero a donde quiero dirigir mi crítica es al hecho de que a la noción del separatismo se la esté confundiendo ampliamente con el transexclusionismo. Y que en la necesidad constante de arraigarse a una idea de que “las mujeres trans no son mujeres”, muchas feministas se avoquen a reproducir discursos biologicistas, esencialistas y sobre todo, con posturas anti-derechos en referencia a las compañeras trans.

No quiero que se entienda que no me agrada el cuestionamiento, la discusión y la crítica; porque básicamente eso es a lo que quiero llegar con este escrito. Quiero amplificar la idea de que el feminismo que no se puede mirar a sí mismo con ojos críticos, será un feminismo que fracase en las posturas emancipadoras del movimiento. Y por ende, un movimiento que se quedará atrás en la posibilidad de poder forjar una frontera de lucha contra la necropolítica que está cobrando cada vez más energía contra las feminidades, las diversidades sexuales, los pueblos originarios y cualquier ser o cuerpo que se salga de la norma de la masculinidad heteronormada, de clase media, del eurocentrismo y de la reproducción del neoliberalismo.

“En la necesidad constante de arraigarse a una idea de que 'las mujeres trans no son mujeres', muchas feministas se avocan a reproducir discursos biologicistas, esencialistas y sobre todo, con posturas anti-derechos en referencia a las compañeras trans”

Hablemos brevemente de la historia de los movimientos feministas –y sus respectivas críticas— para poder establecer paralelos con lo que está sucediendo hoy en día. En cualquier libro de la historia del feminismo global muy probablemente la primera ola figurará la como la que creó el estallido del movimiento a partir de las Sufragistas en los comienzos del siglo XX. Sin embargo, si las feministas del Sur Global no hubieran ejercido críticas al respecto de lo eurocéntrica y sesgada que es esta versión para entender a los movimientos que luchaban por la dignidad de las mujeres y las feminidades, no tendríamos las herramientas para entender que en muchos lugares del mundo ya existía autoorganización de parte de las mujeres para resistir a la opresión masculinista (lo que hoy llamaríamos patriarcal), desde inclusive antes que comience la modernidad en Europa.

Por consiguiente, el feminismo liberal eurocéntrico del siglo XXI fue (y sigue siendo) fuertemente criticado por el feminismo radical por entender a la opresión de género como una cuestión de mera falta de igualdad de derechos. Ya que se propuso la teorización de la opresión patriarcal -que es transversal a todas las mujeres- la cual se entendía que sobrepasa al hecho de tener o no igualdad de derechos en las leyes con los hombres. Por eso las feministas radicales proponen que el patriarcado debe ser entendido como una cuestión de socialización, y de un sistema constituido desde la raíz (por eso radical) en la dominación de las masculinidades por sobre las feminidades.

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Ahora, ¿quiénes han sido las que construyeron la crítica más sofisticada al feminismo radical? Las mujeres negras y las mujeres racializadas del Sur Global por medio del planteamiento de que no todas las mujeres comparten las mismas opresiones, y no todas las mujeres tienen las mismas chances de sufrir violencia patriarcal durante sus vidas a partir del privilegio que pueden significar las intersecciones sociales como la etnicidad, la nacionalidad, la clase social, el nivel de discapacidad, la sexualidad, la identidad de género, entre otras. Se propone que a partir del entendimiento básico de la interseccionalidad sería una falacia argumentar que todas las mujeres estamos igual de expuestas a la violencia patriarcal de la misma manera.

Además se propone a la interseccionalidad como herramienta útil para entender el entramado de opresiones que operan a nivel sistémico e individual al mismo tiempo, siendo la interseccionalidad uno de los avances más importantes en materia de ciencias sociales y en materias de derechos humanos en el último siglo. Sobrepasando al mero planteamiento de que se puede entender a la violencia patriarcal de manera separada a la violencia clasista, o a la violencia racial o las violencias neocoloniales.

Igualmente para que pueda gestarse la crítica de las mujeres negras, éstas tuvieron que también escuchar, leer o debatir con mujeres feministas socialistas que puedan exponer teoréticamente el hecho de que el patriarcado necesita al capitalismo, y de que el capitalismo necesita al patriarcado para sostenerse. Creando así las condiciones de explotación de las personas vulnerables (por cuestiones de clase, de etnicidad, de género y de nacionalidad) como el precepto más básico para reproducir al sistema de desigualdades global.

También por la misma razón tuvieron que existir mujeres y feminidades del Sur Global que planteen la interconexión entre el patriarcado capitalista con los procesos de colonización, resultando en un sistema-mundo fuertemente arraigado en la dominación neocolonial. Ya que no es lo mismo hablar la opresión patriarcal de una mujer blanca de clase media en Estados Unidos, que hablar sobre la opresión de la mujer negra que habita una favela en Brasil: por una cuestión no solo de género, ya que ambas son mujeres, sino porque se intersectan las cuestiones étnicas, de clase, de nacionalidad, de oportunidades, etc. Y así, la crítica va creciendo, se vuelve cada vez más amplia y abarca nuevos cuestionamientos.

Entonces es ahí —en el apogeo de la interseccionalidad— que los movimientos de las diversidades sexo-genéricas también comenzaron a abrirse paso en la discusión. Efectivamente a partir de los planteamientos del feminismo radical en el Norte Global, se comenzó a notar que también las comunidades Queer podían ser reproductoras de desigualdades patriarcales —porque todos, todas y todes podemos reproducir al patriarcado si no nos cuestionamos— por lo que se puso el spotlight en la experiencia de las mujeres lesbianas.

Es ahí cuando yo desafío a las feministas radicales transexclusionistas, cuyas críticas falocéntricas y esencialistas exponen que las diversidades sexo-genéricas no deberían ser parte del movimiento feminista por la falta de una experiencia de opresión de género desde el mismísmo nacimiento. ¿Habrán leído pues el libro de bell hooks —una de las pensadoras feministas negras más importantes de la historia— que plantea que el Feminismo es Para Todo El Mundo? ¿Por qué es tan complicado aceptar que excluir a las mujeres trans de nuestro movimiento “para que se creen el suyo” hace que se nos quite la posibilidad de poder abarcar y articular más luchas y matices dentro de la lucha antipatriarcal? ¿Por qué no pueden concebir la idea de que un movimiento emancipatorio que comenzó pensando que la opresión era netamente una cuestión de género (que supuestamente yace en los genitales de la persona) no pueda también facilitarnos la posibilidad de crear un nuevo mundo que sea mejor para todxs?

Dejando que las diversidades sexo-genéricas militen con nosotras sería la oportunidad de expandir los postulados que bell hooks nos ha regalado con mucho cariño, sería la oportunidad de sentarnos a discutir ¿por qué la situación de las mujeres trans ejerciendo trabajo sexual se conecta con la situación de las mujeres racializadas siendo expropiadas de sus territorios? Porque sí se conectan: porque el capitalismo, el neoliberalismo y el patriarcado nos atraviesa a todxs. Atraviesa al macho agresor en su imperativo de sentirse poderoso ante sus pares por la necesidad extrema de pertenecer a un sistema que le mutila la empatía; porque atraviesa al banquero en su necesidad de acumular capital a cuesta de la explotación y muerte de muchas personas; porque atraviesa a la madre que expulsa de su casa a su hijo homosexual por la interpretación errónea que le ha dado su Pastor sobre la Biblia; atraviesa a la niña violada y consecuentemente asesinada; como atraviesa a la estudiante que se murió practicándose un aborto clandestino.

La lucha por la emancipación social y por la dignidad necesita más cerebros y más cuerpos articulados para resistir contra un sistema que nos quiere fragmentadxs, nos quiere en discordia entre nosotrxs mismxs. Mientras las fronteras antiderechos como las Iglesias, las corporaciones, las logias, las oligarquías y los círculos fascistas de poder se articulan creando una narrativa en común: destruir la mal llamada “ideología de género” por medio de la perpetuación del neoliberalismo, del racismo, del clasismo y de la violencia patriarcal. Chicas, el enemigo en serio es otro, las compañeras trans son nuestras aliadas.

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María José Gordillo es licenciada en Género y Diversidad, estudiante de la Maestría en Estudios Latinoamericanos Interdisciplinarios y parte del Directorio de Cronistas Latinoamericanos.

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