ENTREVISTA

Fernanda Gómez: “El arte es una forma de dar pelea a ese destino inexorable”

Fernanda Gómez vive en el barrio porteño de Colegiales en Argentina desde los diez años, pero no deja de sentirse isleña y de extrañar el río de su infancia. Allí comenzó a escribir; nada fue más inspirador que la inmensidad de ese paisaje frente a su pequeñez.

Julián Álvarez Sansone

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Fernanda Gómez vive en el barrio porteño de Colegiales en Argentina desde los diez años, pero no deja de sentirse isleña y de extrañar el río de su infancia. Allí comenzó a escribir; nada fue más inspirador que la inmensidad de ese paisaje frente a su pequeñez.
Es educadora por vocación. Encontró en la docencia una forma de enseñar que el derecho a la libertad de palabra es aquel que nunca podrán usurparnos.
Confiesa que hoy es más alumna que profesora y que tiene cuatro grandes maestros, sus tres hijos y su nieta Leila.

En esta entrevista, nos habla de sus influencias literarias; de sus acercamientos a la poesía; de su poemario “Mar de Tinta” (Halley Ediciones, 2020), de los vínculos existentes entre el amor, la poesía y la muerte; y de sus futuros proyectos literarios.

¿Cuáles son tus autores favoritos? ¿De qué manera influyen en tu escritura?

Sospecho que todos influyen en lo que escribo. Los que me enamoran y también los que me defraudan. Aquellos a los que quisiera parecerme y también a los que no. Todo media a la hora de escribir, las lecturas que hiciste, las vivencias, lo escuchado, lo respirado, todo aparece en el papel ya sea escrito u omitido.

Si tengo que elegir autores, en poesía fueron fundamentales, Juarroz, Jaime Sabines y Humberto Constantini. En prosa, sin duda mi padre, Ignacio Xurxo, Abelardo, Isidoro y más cercanos en el tiempo Nothomb, Carver, Auster, Rodoreda. Es complejo elegir uno. Releo lo que escribí y soy injusta si dejo de lado a Manauta y aMishima, a Eugenides, los cuentos de Poissant, la poesía de Orozco y a la Guerriero, por nombrar solo algunos.

Hace poco, por ejemplo, leí a Falco, su libro Los llanos me tocó el alma y te aseguro que a la hora de sentarme a escribir soy otra después de haber viajado por esas páginas.

¿Cómo y cuándo se dieron tus primeros acercamientos a la poesía?

A los seis años decía que iba a ser bailarina y poeta. El cuerpo y la palabra escrita fueron las herramientas que encontré a temprana edad para suplir mi timidez. Lo oral me torturaba, recuerdo, por ejemplo,las mesas examinadoras de la secundaria (siempre me llevaba alguna materia) o las de la universidad, enfrentarlas me generaba terribles dolores de estómago o alergias interminables.

Otoño imperdonable, el libro de María Elena Walsh, así como la poesía de Prevert fueron reveladores en mi adolescencia.


En general, ¿Qué te motiva a escribir?

La vida, los afectos y ahora, sin duda, las pérdidas y las decepciones. La falta de fe, esa mirada poco amable que tengo sobre la humanidad.

Sin embargo, por sobre todas las cosas, lo que me motiva es el deseo. Si no hay deseo no hay nada.

También escribo para que, como dice Cixous, la vida no se vuelva extraña.

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En particular, ¿Qué te motivó a escribir el poemario Mar de Tinta?

La necesidad de ajustar cuentas con mi padre, de compensar la balanza, de decirle acá estoy, charlemos. Es que le quedé debiendo varios cafés.


Al leer tu libro, se puede notar que en los poemas hay dolor. ¿Crees que el dolor puede servir como inspiración para la poesía?

Sí, pero también la alegría; el poema Lautaro nace desde allí. La vida es una fuente de inspiración para mí. Me gusta sentarme por las mañanas a leer en alguna veredita de café del barrio, cada tanto hago una pausa y observo lo que sucede a mi alrededor, escucho conversaciones ajenas, invento historias; me inspira (así vio la luz Recalculando).

Amo las veredas de Buenos Aires tanto como las mañanas.

¿Crees que la literatura en general, y la poesía en particular, sirven para canalizar el dolor?

Si escribís para minimizar el dolor seguro, todo aquello que hagas para que el dolor sea más llevadero sirve para canalizarlo. En mi caso también el mosaico. “Hacer“ desde el deseo o desde la necesidad interna, siempre ayuda.

Los poemas “Palabras” y “Perdonarse”, entre otros, hacen alusión a la muerte. En tu opinión, ¿De qué modo se puede asociar a la poesía con la muerte?
Raúl Zurita dice que “la poseía nació con el descubrimiento de la muerte”. El arte es una forma de dar pelea a ese destino inexorable, a esa nada que hay adelante. Escribir para no morir pero, también, para que los otros no mueran.

Hay otros, como “Lautaro”, que se asocian a la vida. ¿Reconocés ahí un intercambio temático interesante en tu poemario?
Sí, totalmente. Reconozco muchas emociones en mi poemario. El intercambio es, si se quiere, una metáfora, la vida es un perpetuo intercambio.

En otro de los poemas afirmás que “Al amor lo asfixian las pequeñeces”. ¿Qué crees que asfixia a la poesía?

La indiferencia, la falta de lecturas, el desamor por las palabras.

En tu poemario planteás que “el amor muere también en lo no dicho”. ¿Crees que decir las cosas a través de la poesía puede servir para revivir el amor?

No creo que el amor pueda revivir. Nada revive. Aunque como el poeta “siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?

Tal vez sí se pueda morir de amor, no sé.

Cuando digo que “el amor muere también en lo no dicho” me refiero a que no son las palabras enunciadas sino las silenciadas las que más atentan contra el amor.

¿Cómo y dónde se puede conseguir tu libro?
Ahora en ningún lado, está agotado. Pero, pueden escribir a Halley Ediciones, tal vez podríamos pensar en digitalizarlo.


¿En qué otro proyecto estás trabajando?

Tengo varios proyectos porque creo que de eso va la vida. En lo que hace a la escritura, en este momento me encuentro trabajando en un libro de cuentos, historias sencillas de mujeres grandes (grandes en edad). Colabora conmigo en la clínica del mismo la escritora Natalia Zito. También tengo pensado lanzar mi segundo poemario de la mano de Halley Ediciones.

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María José Gordillo es акие проекты, как создание памятников героям местной истории; выпускать книги, подобные недавно опубликованным.

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