Opinión

La Nueva Canción Lationamericana y el Imaginario Socio-Político en la Música Protesta

La Nueva Canción moviendo raíces dentro de cada uno con lo que no puede reprimirse: la identidad. Es una convivencia entre lo tradicional y los nuevos ideales.

Por Graciela Padilla Arciénega

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
Share on whatsapp
Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
Share on whatsapp
(Fuente: entrepiso.cl)

Introducción

Las manifestaciones artísticas son la base del entendimiento que tiene el hombre con su realidad, el alcance es tal, que independientemente del nivel sociocultural del individuo, la comprensión de su realidad a través del arte lo ayuda a conectar con el mundo que habita y la sociedad de la cual es parte. La música es la manifestación artística de mayor alcance, pues es este lenguaje oral que, por encima de cualquier otro, es más fácil de interpretar y difundir; desconociendo barreras sociales o culturales. Desde acciones pequeñas, como los cánticos de protesta que van mutando según la problemática vigente y son entonados en marchas y huelgas; hasta la complejidad interpretativa que puede alcanzar un poema hecho canción, la música es la vía comunicativa de alcance popular por excelencia.

Durante la historia, la música ha sido parte de los cambios, y la política no es un caso diferente; La Marseillaise es uno de los himnos más reconocidos a nivel mundial, y fue compuesto (y posteriormente popularizado) alrededor de un acontecimiento político-social. En Latinoamérica esto también sucedió desde el principio. En el periodo colonial los cánticos indígenas eran un mecanismo de resistencia y conservación de la identidad; tiempo después éstos mutaron con rasgos coloniales en adaptaciones americanas con influencias europeas y; hasta el día de hoy se mantienen como parte de nuestra cultura.

Desarrollo

La Nueva Canción Latinoamericana es un concepto que surge para englobar una serie de movimientos musicales que estaban brotando en múltiples regiones de América Latina, siendo el pionero de estos la “nueva trova” en Cuba. Históricamente la trova fue un género musical medieval que consistía en musicalizar textos poéticos e historias, sin embargo durante los movimientos sociales hacia la Revolución Cubana éste género empezó a portar un contenido político y se mantuvo durante todo el periodo de la Cuba comunista. Al sur se desarrolló con el Nuevo Cancionero Argentino, la Nueva Canción Chilena y la Bossa Nova en Brasil.

De manera más específica, este movimiento cultural consiste en una reinvención de la música con fondo y mensaje. El periodo post Segunda Guerra Mundial trajo consigo grandes cambios en la manera que Estados Unidos popularizó la idea del consumismo, y un gran efecto fue la búsqueda constante de un nuevo entretenimiento, haciendo de este un producto más. Crece el mercado de consumo de la mano de la hegemonía de las ideas. Asimismo, trajo el surgimiento del movimiento hippie en solidaridad con las víctimas de Vietnam. Dentro de este contexto surgen el rock n roll y el folk como manifestaciones artístico-musicales del inconformismo y activismo político. Es aquí que el objetivo de los movimientos argentino, chileno, brasileño, etc. buscaban en sí crear voces nuevas[1] que traigan consigo mensajes en un tiempo de cambios mundiales. Durante el periodo del populismo en Latinoamérica, la música fue vital para la expansión de estos ideales y popularidad sobre todo en el caso del peronismo argentino, es por esto que la Nueva Canción Latinoamericana busca separarse de este hito social buscando crear música que genere un concepto de identidad propio, un concepto de “pueblo” que no sea definido por un líder, gobernante o partido político, sino por el pueblo mismo.

[1] Del portugués bossa nova.

“Para lograr esto el músico debe ser parte de su propio pueblo y vivir lo que predica. ”

Para lograr esto el músico debe ser parte de su propio pueblo y vivir lo que predica. Se revalorizó la identidad y se reivindicó el folclor de la mano del sentimiento nacionalista que está en contra de aquellos que buscan entrometerse y expandir ideales extranjeros. Previamente era común crear canciones en base a poemas, como el caso mencionado de la trova, pero este periodo trae consigo el gran surgimiento general de los cantautores, quienes buscaban no solo expresar sus ideas a través de las letras, sino también de armonía y melodía. Es un mensaje conjunto comunicado como un todo y no seccionalmente. Sin embargo, el arte despolitizado es una utopía, pues de alguna u otra forma el artista expresa su realidad en un concepto social, económico o político.

Es imposible subdividir en géneros lo político y lo social. La “canción protesta”, política o social tampoco forma parte de un género musical. De todas maneras, es posible describir que consiste en una reinterpretación de los ritmos folclóricos acuñados a través de los años en los pueblos latinoamericanos. El uso de instrumentos nativos, bases bailables en seis octavos y bases líricas en la décima octosilábica de rima asonante en versos pares que suenan a manifiesto. La Nueva Canción recopilará todo esto, convirtiéndolo en algo muy comunicable y parte de su propio pueblo, moviendo raíces dentro de cada uno con lo que no puede reprimirse: la identidad. Es una convivencia entre lo tradicional y los nuevos ideales.

Lo más leído

(Fuente: redkapari)

Existen tres sucesos importantes para la expansión de la Nueva Canción Latinoamericana:

En primer lugar se encuentra la Revolución Cubana. Salvador Allende con respecto a la Nueva Canción Chilena mencionó que no existe revolución sin su canción, sin música. Esto es exactamente lo que sucede en Cuba donde, si bien no se puede hablar de “canción protesta” como tal, el entorno y la realidad social y política impulsaban la creación y difusión de canciones bajo este espectro de tratar problemas sociales. La pobreza, desigualdad social, represión, los indígenas, la tierra, la injerencia extranjera; eran temas para hablar y compartir a través de las fronteras. Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Incola son algunos actores que posibilitaron la expansión de este mensaje; E incluso el Estado les ofrecía espacio en los medios para hacer esto, cosa que no sucedía en los países vecinos.

Un segundo suceso fue el primer Encuentro de la Nueva Canción Latinoamericana en la Habana el año 1967, en que numerosos artistas de distintos países se reunieron por primera vez para ver que no estaban solos y no vivían realidades muy alejadas, por ende sus mensajes eran aplicables a toda la sociedad latinoamericana. Aún después de los años, el pasado colonial que compartían los unía en una identidad común. Una de las resoluciones de este encuentro fue determinar que existe una ruptura en los conceptos de algo que no pretendía ser político, pero la política forma parte de las nuevas ideas, por ende “estaban de acuerdo en que la música revolucionaria sólo podía provenir de hombres revolucionarios, identificados con el pueblo y vinculados con la realidad social que los envolvía.” Dentro de las discusiones que se veían en el círculo destacado de intérpretes de este movimiento musical, estaban temáticas como la política de izquierda, el camino a la liberación latinoamericana, o evitar la intromisión cultural de los Estados Unidos. Ahora, este es un punto muy importante para poder diferenciar el desarrollo de la Nueva Canción Latinoamericana y la expansión del rock como medio de transmisión de rebelión e inconformismo. Los representantes del rock estaban constantemente en contacto y al pendiente de la mutación del rock en Estados Unidos, con la introducción del punk o el new wave, por ejemplo, lo que diferenciaba a los modelos musicales que pretendían expresar protesta. Aun así, ambos tenían algo claro, y es que el artista debe empaparse de su propio contexto, debe estar en diálogo constante con el pueblo del que es parte y ese pueblo que es además inspiración y aprendizaje.

El tercer suceso es el Concilio Vaticano II, con la introducción de la Teología de la Liberación como una nueva posibilidad de tomar la identidad de algo clave en América Latina como es la religión católica, sin enemistarla de la ideología marxista expansiva en este periodo. La introducción de las resoluciones del Concilio Vaticano II inicialmente resultó recelada por los creyentes y religiosos, hasta que poco a poco los cánticos en las misas expresaban un mensaje de liberación, por lo que numerosos religiosos dejaron la sotana de lado para formar parte activa de la resistencia. Los actos y ritos religiosos se empiezan a realizar en español y son ahora del alcance de todos: ya no existen iglesias para ricos o pobres. Uno de los espectros de identidad más importantes para la sociedad latinoamericana pasó a formar parte del cambio que se buscaba, siendo la primera vez que naciones e instituciones tan grandes como la Iglesia y sus miembros se ven conmovidos por un repentino acontecimiento cultural, sin barreras de discriminación.

Conclusiones

El periodo de los años 60-70 tuvo mucha importancia para la posibilidad de generar cambios, el mundo se veía sumido en una época decisiva donde todo era posible, y la expansión de los medios de difusión hizo esto aún más sencillo. Si bien todas estas ideas de políticas socialistas, respaldadas directa o indirectamente por el movimiento cultural que implica la nueva canción latinoamericana, terminaron cayendo en la década de los 80-90 y también sufrieron mucha represión, todo esto forma parte de un todo. Sin represión a los artistas estos no emigran, y este aspecto fue muy importante a la hora de difundir la música protesta en toda América Latina. Además, hasta el día de hoy se corean en manifestaciones y marchas cánticos como “Para el pueblo lo que es del pueblo”, porque son invenciones readaptables a una sociedad que se siente reprimida por las condiciones socio políticas de hoy en día. En la actualidad, si bien este movimiento se ve muy reducido ya que carece de género, se puede encontrar música protesta en diversos artistas, un gran exponente es el rapero argentino WOS o el reconocido puertorriqueño Residente con la agrupación Calle 13.

Lo más leído

Graciela Padilla Arciénega es estudiante de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

Más artículos relacionados

Más para ti