Política migratoria
Migración en los tiempos de Biden: El Plan Biden
Por Andrés de la Peña
- 19-04-2021
La nueva política migratoria de la administración Biden-Harris es prometedora, pero su análisis requiere extender la mirada para abarcar las perspectivas y las prospectivas estadounidense-mexicana (como la frontera vertical, el “embudo” que todos los migrantes deben enfrentar), y latinoamericana sobre el fenómeno migratorio de nuestro continente. Un buen punto de partida es empezar por lo que Biden dice que hará, una de estas promesas publicadas en diciembre de 2019 es el “Plan Biden para asegurar nuestros valores como una nación de inmigrantes”.
El plan Biden: Discurso y diagnóstico
El plan inicia declarando que es un “fracaso moral y una vergüenza nacional” que un padre y su bebé hayan muerto intentando migrar a Estados Unidos. Esta es una referencia a una fotografía que retrata los cuerpos de Óscar Alberto Martínez y su hija de dos años, Valeria Martínez, quienes murieron intentando cruzar el río Bravo. En este fracaso moral y vergüenza nacional, el documento incluye también la existencia de cárceles para niños migrantes, y de la política generalizada de separación familiar que instauró Donald Trump.
Discursivamente, el documento reconoce a Estados Unidos como una “nación de inmigrantes”, donde la mayoría de los grupos étnico-culturales ─salvo por los pueblos originarios de norteamérica y los descendientes de esclavos─ pueden trazar sus raíces a una decisión de migrar. Cabe destacar que Joe Biden es de ascendencia irlandesa y de religión católica, por lo que encarna parte de la historia migratoria estadounidense.
El diagnóstico del problema ofrecido en este documento es el siguiente: los sistemas de inmigración y de combate al contrabando están sobrecargados ¿La causa? las políticas de Donald Trump. Esta exposición de motivos se hace como parte de una campaña política. Sin embargo, esta percepción de que el problema está en Estados Unidos, en lugar de en el continente, informa buena parte de la estrategia migratoria de la administración.
La crisis humanitaria en la frontera, entonces, se describe como una “crisis creada por Trump”, por su declaratoria de emergencia nacional y su muro fronterizo. No se trata, entonces, de otras cosas como la histórica extracción de excedentes en América Latina, de la erosión del Estado de Derecho y el Estado de Bienestar, de la violencia en aumento o de la diplomacia rapaz. Tampoco se trata del agotamiento del sistema capitalista y del movimiento de personas como resultado. Para la administración Biden, en el puro discurso, parece que la crisis tiene su origen solamente en Donald Trump.
“El plan de migración Biden tendrá que cargar con el peso de que la administración Obama fue la que más personas deportó en la historia de Estados Unidos. ”
Pilares y compromisos
Es en este sentido que se bosqueja el compromiso de la administración Biden, se promete:
- Tomar acción urgente para deshacer el daño de Trump y reclamar los valores de América.
- Modernizar el sistema de inmigración americano; dar la bienvenida a los inmigrantes en las comunidades americanas.
- Reafirmar el compromiso de América con los refugiados y los solicitantes de asilo; atender las raíces causales de la migración irregular.
- Implementar chequeos fronterizos efectivos.
Algunos de estos puntos se podrían cuestionar. Ya se comentó qué tan atinado sería atribuir la situación actual primariamente a las acciones de Trump. Otra línea de cuestionamiento viable incluye cuestionar: ¿Qué no modernizar el sistema de inmigración e implementar chequeos fronterizos efectivos fueron también metas que Trump buscó?
El documento define lo que llama “el compromiso Biden a un sistema de inmigración justo y humanitario”. En este compromiso se reconoce la altísima deportación durante el término de Barack Obama, pero posteriormente se exculpan las penas de esta administración, como habría de esperarse.
Si bien se mencionan los avances con los programas DACA y DAPA, los fracasos parecen justificarse con que la Cámara de Representantes, en el control del partido Republicano entre 2012 y 2016, no aceptó el programa de reforma propuesto por la Casa Blanca. Igualmente se habla de cómo “la administración Obama tomó pasos para priorizar los recursos del orden público en remover amenazas a la seguridad nacional y protección civil, no familias. También emitió direcciones para prevenir las actividades de fuerza en ubicaciones sensibles como escuelas, hospitales y sitios de culto”.
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En este sentido, y de manera comprensible, viniendo del ex-vicepresidente, se considera que la administración Obama solamente deportaba “amenazas” y no “familias” (a pesar de que la distinción es ficticia, dado que incluso un terrorista del Estado Islámico es un miembro familiar en alguna familia), y que lo hacía con mayor humanitarismo porque los migrantes fueron raptados de sus casas en lugar de sus trabajos.
El plan de migración Biden tendrá que cargar con el peso de que la administración Obama fue la que más personas deportó en la historia de Estados Unidos, sumando más del doble de los retornos forzados de la administración Trump. Esta información según los datos del Departamento de Seguridad Doméstica estadounidense.
Acciones concretas
Con esta lectura de escenario como preámbulo, el plan establece una lista de acciones para cada uno de los pilares. Respecto al primer pilar, aquel relacionado con deshacer las políticas de Trump y recuperar los valores estadounidenses, Biden prometió implementar todas las acciones antes del término de los primeros 100 días de gobierno, los cuales se cumplirían a finales de mayo.
Este primer pilar incluye acciones como echar atrás las políticas de separación familiar, el enjuiciamiento de solicitantes de asilo, incrementar el límite de solicitudes de asilo diarias, fomentar y financiar las actividades humanitarias fronterizas junto con la sociedad civil, garantizar los derechos de los niños detenidos y remover el criterio del “cargo público” en la emisión de visas (que faculta a los oficiales de migración para rechazar visas a individuos que creen que podrían generar un costo neto al Estado estadounidense debido a su potencial participación en programas sociales).
Biden también prometió revocar la declaratoria de emergencia nacional, restaurar las protecciones del programa DACA, revocar los reglamentos institucionales de discriminación contra países musulmanes y respetar la garantía de no-retorno a países peligrosos. Retomando la política de la administración Obama, también garantizó que no habrá más persecuciones y arrestos de migrantes en escuelas, hospitales, sitios de culto y áreas laborales.
Se suma el compromiso expreso de reformar el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para que sea supervisado independientemente, transparente, responsable por sus acciones y dirigido por profesionales electos por el Senado. Asimismo, Biden prometió defender la naturalización de migrantes con visas de trabajo y los beneficios a miembros de las fuerzas armadas.
Entre los compromisos a más largo plazo se incluyen varias propuestas que cambiarían la realidad migratoria radicalmente, pero todas estas políticas se proponen bajo la condición de que el Congreso estadounidense las apruebe. Entre estas propuestas se incluye aumentar sustancialmente las capacidades de atención, cooperar con México y el Triángulo del Norte para detener la emigración en Latinoamérica, generar un marco institucional y un nuevo tipo de visa para que condados y ciudades puedan recibir migrantes voluntariamente con miras a fomentar sus economías, y abrir más vías legales para la naturalización con un enfoque en el sector agrícola.
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Andrés de la Peña es estudiante de Relaciones Internacionales y periodista mexicano.