Cine y Series

Nuevo Cine Latinoamericano: concepciones de la individualidad

Después de una época marcada por documentales y películas donde individuos solo son protagonistas en colectivo, entramos a una época de exploración del individuo y del mundo interno

Por Marcela Navia

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Escena de la pelicula 'Jerico'

Después de una época marcada por documentales y películas que procuran la reivindicación de los pueblos, donde los individuos solo son protagonistas en colectivo, que la causa de uno representa la causa social; entramos a una época de exploración del individuo y del mundo interno, al momento de construcción de la memoria utópica y al movimiento de las expectativas individuales sobre el mundo. Nos encontramos con películas que procuran la representación de la posibilidad (verídica o no) de un pasado menos desolador o un presente de confrontación de los valores entre generaciones.

Historias que dejan de tener referencias explicitas, donde son ignorados espacios y tiempos para introducirnos en las vivencias subjetivas de nuestros personajes en medio de la tormenta en la que se encuentran circunstancialmente.

Nos encontramos entonces con películas como Jericó, película venezolana estrenada en 1991, ópera prima del director Luis Alberto Lamata. Es una historia de exploración y transformación subjetiva en épocas de colonización en Latinoamérica del siglo XVI, cuando la utopía en el nuevo mundo se definía por ser un espacio nuevo y paradisiaco, donde el poder y la riqueza eran posible para muchos y donde también, a pesar de la maravillosa tierra que se les presentaba, pretendían transformar este espacio en replica de sus monarquías y valores morales, sociales y económicos.

El esfuerzo del equipo de realización se introdujo en un proceso de investigación en la construcción de un pueblo indígena que combinaba en su construcción de arquitectura, vestuario, maquillaje e idioma culturas originarias venezolanas (Panare, Yanomami y Hoti), teniendo como resultado una comunidad indígena ficticia que albergaría a un fraile dominicano que se esfuerza por evangelizarlo, pero termina abandonando sus creencias para transformarse en un nuevo ser humano, quién declara firmemente ante Dios que “no habrá misa ni comunión para los asesinos” ante ser testigo de las atrocidades del proceso de colonización.

“Es una historia de exploración y transformación subjetiva en épocas de colonización en Latinoamérica del siglo XVI”

El esfuerzo simbólico de la película de hacer presente la necesidad de transformación de su personaje principal, construye un esqueleto coherente con su mundo ficticio y con el objetivo creativo de la época, que más allá de la voz off del personaje, demuestran el mundo interno y caótico de los seres, influenciables y cambiantes. Reflejo del mestizo, del nuevo humano contemporáneo, parte de todo y de nada. Santiago, sin ser indígena ni cristiano, crea una identidad propia en la que escoge entre lo impuesto y lo aprendido lo que será desde ese momento en adelante. Así como para el ser humano contemporáneo quien busca en su realidad cuestionar sus estructuras heredadas para definir su estructura personal.

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Para Santiago es su mundo de razón, su construcción personal y simbólica apropiada donde no niega a Dios pero sí la estructura social que ha llevado al “descubrimiento de América” a convertirse en una de las memorias más dolorosas de nuestros pueblos.

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Marcela Navia es comunicadora y telecineasta.

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