Reportaje-Arte y cultura
Sábado, 13 de octubre 2018
Polleras y poder: detrás de una tendencia
“¿Quién mejor para una revancha que las cholas?”
Por Areli Ayaviri
Fotografías: Delphine Blast
Un especial agradecimiento a Delphine Blast que se tomó de hablar y debatir conmigo.
Si amigos, las cholas. Esas mujeres que se definen por mucho más que su vestimenta.
Ser chola es ser parte de una historia. En este caso una historia colonial que les impuso un rol en la sociedad boliviana. Una historia que les dio un asiento detrás del puesto de frutas en el mercado, y un empleo en nuestras casas, haciendo lo que nuestras ocupadas vidas no nos permiten hacer, como cocinar y limpiar el desorden de nuestra comodidad. Acurrucadas en el sótano de una sociedad racista que las discrimina por su origen.
Pero hoy, las cholas le exigieron una revancha a esta historia.
Es alrededor de esta realidad que Delphine Blast, fotógrafa francesa, presentó, “Cholitas: la revancha de una generación”, una exposición de fotografías que plasma la reivindicación de las cholas en un simbolismo de poder y elegancia.
Delphine incluye en su exposición las fotografías de Julio Cordero como preámbulo. Fotógrafo boliviano, oriundo de Pucarani, Cordero llegó a La Paz y consagró su carrera fotografiando las diferentes clases sociales de la ciudad. En éstas fotografías, apreciamos a la chola con sus trenzas y con su vestimenta tradicional, heredada de la colonia española. Las mujeres con pollera, generalmente con cuatro pliegues, una blusa adornada, una manta sevillana, unas botas de caña alta y el sombrero Borsalino que, durante la época colonial y hasta el siglo XIX, eran un símbolo de sumisión.
Estos retratos históricos contrastan con los retratos que Delphine presenta en una segunda parte. Hablando de apariencia, no podemos decir que hubo un enorme cambio entre las cholas del siglo XIX y las del siglo XX. La vestimenta es la misma, con blusas menos adornadas y zapatillas planas en vez de botas. Pero las cholas en los retratos de Delphine, lucen esas prendas con orgullo, como un símbolo de libertad. Delphine, ilustra esta revolución con retratos de cholas paceñas. Cholas que conoció en prestes y en escuelas de modelaje; posaron para su cámara en trajes coloridos, que ellas mismas escogieron.
La fotógrafa optó por un fondo circular de un solo color sobre blanco. Escogió este fondo para resaltar todo lo colorido de América Latina y representar con la forma circular a la Pachamama. Agregó un detalle sobre los círculos, donde vemos símbolos aymáras como en los aguayos. Lo que nos recuerda que durante la colonia, las mujeres escondieron su historia en los tejidos. El traje de chola nunca fue nada más un traje parecido al de las mujeres de las provincias españolas, siempre fue una fusión cultural y un relato de su historia. Entre modernidad y tradición, estas fotografías muestran mujeres orgullosas de quienes son y una tendencia que podemos decir está de moda.
Casi al final de la exposición, nos adentramos en el universo del reportaje. Sus fotografías reflejan a las cholas en su día a día en distintas actividades que definen una forma de vida. Delphine en su relación con las escuelas de modelaje y la presencia de las cholas en la moda, tuvo la suerte de conocer a grandes figuras como Rosario Aguilar y Glenda Yañez, cholas que trascendieron en el mundo de la moda con diseños llenos de identidad y que inspiraron el trabajo de Delphine. Gracias a ellas y otras cholas como las “Cholitas escaladoras” y las “Luchadoras”, es que su fama se ha extendido alrededor del mundo.
Esta exposición nos recuerda a grandes cholas como Simona Manzaneda, diputada en 1809, Rusena Maribel Santamaría, embajadora de Ecuador en 2013, que son capaces hasta de escalar el Illimani. Todo eso con Pollera y con la wawa a la espalda. Y hay que reconocer que no se lo demuestran a cualquier mundo, se lo demuestran a un mundo donde los derechos de las mujeres de decidir sobre sus propios cuerpos están en manos de hombres, donde todavía tenemos que salir a protestar a las calles para que no nos maten y en un mundo donde la palabra “india” se emplea de forma peyorativa. Simplemente un mundo donde ser mujer e indígena es un defecto. Todo esto es una prueba de que las cholas no solo recuperaron su identidad sino que la fortalecieron.
Delphine lo sintió, al volver por segunda vez a Bolivia después de diez años, encontró ese cambio radical, que ella explicaría en parte por la elección de Evo Morales como presidente, o también y sobre todo, por influencia de cholas como Remedios Loza, La comadre, quien tuvo el valor de condenar a una sociedad racista primero con un micrófono de radio, después en la pantalla de televisión, y finalmente como diputada y candidata a la presidencia.
La pollera ya no es más un símbolo de sumisión. Al contrario es el símbolo no solo de mujeres que van ganando un lugar importante en la pirámide social, es también el símbolo de Bolivia, de la identidad de este país donde las cholas salieron a la superficie para tomar su revancha.
Areli Ayaviri es Historiadora del Arte y Arqueóloga.