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Opinión
Quizás todos somos el calcetín de Locke
Por Mauricio Zárate Gozálvez
- 13-11-2020
“¿Qué trama es ésta
del será, del es y del fue?
¿Qué río es éste
por el cual corre el Ganges?”
Jorge Luis Borges.
El río de Heráclito es una metáfora presocrática griega que parte de una premisa simple en la superficie, pero compleja y llena de enredos en el análisis profundo: “Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.” John Locke, filósofo inglés del siglo XVII realizó una metáfora similar, pero con una connotación diferente, que me permito analizar a continuación.
Locke tenía un calcetín de la suerte, era su favorito y lo utilizaba siempre que necesitaba suerte y sentirse seguro. Una noche los preparó para el día siguiente y vio que uno de ellos tenía un hueco, por lo que cortó una tela del mismo color y la puso de parche. Meses después tuvo que parchar el otro calcetín, hasta que un día se dio cuenta que no quedaba nada de sus calcetines de la suerte y todo eran parches, a lo que se cuestionó: “¿siguen siendo mis calcetines de la suerte?”.
Esta metáfora empleada por Locke denota muchos puntos de análisis que pueden ampliarse a circunstancias, países y personas. Son justamente estas dos últimas las que analizaré en seguida:
Imaginemos un país tiene una población acostumbrada a cierto tipo de gobernantes corruptos y mediocres. A lo largo de los años este país no crece ni tiene desarrollo, además que aumenta su desigualdad. Un año, la población decide votar por una corriente totalmente contraria a los gobernantes de siempre, eligiendo personas diferentes. Ante este caso existen dos posibilidades que dependerán exclusivamente de los nuevos gobernantes, pero que a la postre malearán el comportamiento de la población: que los nuevos gobernantes lo hagan bien, o que lo hagan mal.
“Esta población, antes acostumbrada a ser corrupta y mediocre, podría buscar un cambio, probando que son calcetines totalmente diferentes a los iniciales. ”
Si este nuevo gobierno es reformista en distintas áreas (pueden liberar la economía o por lo contrario, ampliar el Estado generando mayor influencia social), y durante décadas mejoran la situación del país, la percepción de la población determinará su decisión electoral pero también su comportamiento como personas. Por lo tanto, si años después existiera un candidato que prometiera lo mismo de antes versus uno que busque la continuidad del actual régimen, la población, al ser totalmente distinta a la de hace unos años debido a los cambios es más probable que busquen continuar con el actual régimen, antes que volver al pasado. Si por el contrario, los nuevos gobernantes son más corruptos e ineficientes que los anteriores, tras unos años es posible que la población (los nuevos calcetines) haya encontrado los problemas como insubsanables y se den cuenta que un cambio se puede dar desde ellos más allá de quién gobierne. Esta población, antes acostumbrada a ser corrupta y mediocre, podría buscar un cambio, probando que son calcetines totalmente diferentes a los iniciales.
Si un año, un país (y por lo mismo su población y sociedad) acostumbrados a la buena vida y al estabilidad entrara en una crisis económica, social y política terrible; los ciudadanos del año previo a crisis, no serían los mismos ciudadanos, ni sería la misma sociedad 10 años después de esta crisis. La desesperación económica podría incrementar la delincuencia; o por el contrario, podría darse un caso en que la sociedad se vuelva más austera y más solidaria con los demás. Una sociedad que vive un estilo de vida “x”, si llega a tener el infortunio de un meteorito gigante o un desastre natural, cambiará y será distintita por las circunstancias, motivo por el cual, más allá de la voluntad, los cambios en las sociedades pueden ser obligados.
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Dejando de lado sociedades, y extrapolando el ejemplo a individuos: si una persona comete un crimen a los 20 años, y es mandado a la cárcel durante 15 años; y la prisión y sistema penitenciario en verdad sirve para reformar a los presos, planteando una reinserción social (lo que Eugenio Zaffaroni llama Derecho penal humano), ¿el preso en cuestión será la misma persona?
Si una persona es amable con todo el mundo, solidario, inocente e incorruptible. Siempre se enmarca en la Ley y las buenas costumbres, hasta que un día por una confusión con una persona que físicamente es idéntica a esta persona, lo apresan y lo llevan a una cárcel llena de corrupción y mala vida; es difícil creer que este ser amable e inocente no llegue a ser corrompido por el sistema que reina esta prisión. Lo más probable es que este calcetín que entró a la cárcel desaparezca por completo y de paso a un nuevo calcetín totalmente diferente. Aunque también existe la opción (lamentablemente menos probable), que esta persona amable haga un cambio en toda la prisión, haciendo que esta se vuelva un lugar bueno y los presos personas amables y honestas.
¿Cuál es la conclusión? Que las circunstancias, el tiempo, el espacio e incluso las culturas, generan cambios en las sociedades y en las personas. Más allá de cierta esencia, es difícil creer que las personas y sociedades son las mismas desde el año 1 hasta el año 20 o desde el año 20 hasta el año 40, el cambio es un elemento inherente a la vida de toda persona y sociedad. Pero al mismo tiempo, una persona también puede significar el cambio en una sociedad, y a pesar de todo, sí depende de cada, remendar los calcetines con parches buenos o con parches malos.
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Mauricio Zárate Gozálvez es abogado.