Política económica

Lunes, 2 de febrero de 2020

Repensar la política desde el coronavirus

“[El coronavirus] nos lleva a un escenario poco previsible hace algunos meses en el que China, no Estados Unidos, podría ser el responsable de una nueva recesión global.”

Por Pablo Ivankovich Ortler

(Fuente:CNNI)

El 31 de diciembre de 2019, la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China reportó los primeros casos de un virus previamente desconocido en Wuhan, provincia de Hubei. El Covid-19, llamado comúnmente coronavirus, tiene más de setenta mil infectados y recientemente alcanzó los dos mil muertos. La gran mayoría de casos están en China continental, pero se han presentado casos en la región y lugares más lejanos como Europa y Estados Unidos. La pregunta entonces es, por qué es importante, y cuál o cuáles serán sus efectos.

Hay muchas maneras en las que podríamos hacer tangible el efecto y los costos que traerá aparejado el coronavirus. Casi todos los casos reportados provienen de lo que el Comité de Salud de China notifica a la OMS, que a su vez confirma los números y los hace públicos. Tomando en cuenta la magnitud del impacto que esto tiene sobre China, su economía y, por lo tanto, sobre el liderazgo del partido comunista chino, sería inteligente considerar estas cifras como, al menos, conservadoras. Es que, el impacto sobre la economía china será considerable, cuarentenas y fronteras interiores se han establecido y los representantes locales del partido han incrementado sus acciones para responder a las críticas sobre la velocidad de reacción de Pekín al desatarse el virus. Tanto es así que un hombre muy cercano a Xi Jinping, proveniente de Shanghái, ha sido puesto a cargo de Hubei y el manejo de la crisis.

Por todo esto, los negocios, las empresas, fabricas, escuelas y la vida misma se han puesto simultánea y masivamente en pausa. La actividad económica ha visto una brusca caída, lo que significa, inevitablemente, un creciente costo económico para la economía global en su conjunto. La aparición de un brote de coronavirus llamado SARS (Severe Accute Respiratory Syndrom) en 2003 hizo caer el crecimiento de la economía china, su PBI, en un 2% ese mismo año, lo que significó un golpe de entre un cuarto a un tercio porciento de la economía global. Durante esa crisis, en los primeros 90 días, el SARS infectó a menos de diez mil personas, los números del actual coronavirus, indican que el efecto será inevitablemente más grande, tanto para el mundo como para China. Y es que, lo que sucede en China es más importante que nunca para el mundo, y particularmente, para América Latina.

China era responsable de aproximadamente 8% del PBI global durante la crisis del 2003, hoy ese número está más cerca del 20%. China es la segunda economía más grande del mundo, y un actor central en el comercio y desarrollo económico de las industrias de todo el mundo. El año 2019 marcó la consolidación de China como principal socio comercial de varios países latinoamericanos, incluida Bolivia. Para ahondar en la complejidad del problema, también se consolidó como el principal socio comercial de nuestros dos siguientes socios comerciales, Brasil y Argentina. Lo que pase con China es cada minuto más importante para la economía boliviana, aún más si se toma en cuenta el parate ocasionado por las protestas post-electorales.

En lo que va del año, los precios del petróleo y sus derivados han caído ya un 20% anticipando un enfriamiento en la demanda china. Algo similar está sucediendo en la bolsa de Chicago con la mayoría de los granos que China frecuentemente importa como la soya o el sorgo. Las exportaciones de carne a China han sido paralizadas por las limitaciones a vuelos y restricciones de ingreso en la región. Los precios de los metales y materiales de construcción también están entrando en una espiral descendente.

Por su parte, las cadenas de producción de las economías globalizadas son más dependientes de las fábricas chinas que nunca, las acciones de gigantes tecnológicos como Apple o Samsung han caído en el mercado en los últimos días y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, ha solicitado declarar una emergencia económica. Los productores automovilísticos de Japón y Europa están reduciendo sus expectativas dado el cierre de fábricas temporalmente en China. Esto se termina de completar con el inicio de un año marcado por la ralentización del crecimiento durante el 2019 gracias al enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China.

Este panorama obliga a Bolivia a enfrentar un enfriamiento de una economía que durante los años de gobierno del MAS enfatizó su dependencia de las exportaciones de materia prima sin valor agregado y un tipo de cambio fijo. Que sea un año electoral no hace más que avivar este problema ya que la incertidumbre nunca es un caldo de cultivo muy apto para las inversiones y las prospectivas de mediano plazo. Es importante para Bolivia considerar las ramificaciones del impacto que esta crisis puede tener sobre una ya golpeada economía y sobre como prepararse para futuros cisnes negros como el Covid-19.

El costo más grande, claro está, será para China y su reputación en el concierto internacional como un destino de inversiones confiable y un propulsor de prosperidad económica estable según reza la retórica de Xi. El autoritarismo del régimen tampoco suma facilidades ya que los representantes locales prefieren esconder las cifras reales para evitar retaliaciones costosas provenientes del gobierno central. Esto presenta a China como poco preparada para enfrentar una crisis de esta magnitud y genera incentivos en los países a seguir la estrategia norteamericana de iniciar un proceso de repensar la dependencia en el gigante asiático. Esto nos lleva a un escenario poco previsible hace algunos meses en el que China, no Estados Unidos, podría ser el responsable de una nueva recesión global.

Las consecuencias aún no son claras y será difícil separar la especulación del verdadero impacto en el futuro cercano, pero no es menor preguntarse el tipo de efecto que puede tener sobre el liderazgo de Xi Jinping. Particularmente considerando que el crecimiento económico extraordinario chino es una condición para la sociedad y el partido al pensar en la supervivencia del régimen. Al mismo tiempo, debemos considerar el impacto de la fiebre que ha convertido a China en la fábrica del mundo, ¿es posible que el mundo haya estado inflando la economía china convirtiéndola en una burbuja? De ser así, reventarla podría tener uno de los más grandes efectos sobre la economía global hasta ahora.

Pablo Ivankovich Ortler es politólogo.