Entrevista
Sáliche y Correa: “El periodismo se modifica de acuerdo a la época”
Julián Álvarez Sansone
- 16-10-2021

A modo de introducción, ¿Cómo fueron sus inicios en el periodismo?
Luciano Sáliche: Yo empecé en la facultad, en una revista cultural digital que se llamaba Alrededores, allá por el 2010. Me sumé como colaborador y una ráfaga de suerte me puso como director. Armamos un buen equipo editorial y duró lo que tenía que durar. Hacer periodismo autogestivo es una experiencia que te define, que te marca ética y estéticamente. Es una forma de mirar el mundo.
Andrés Correa: A los doce años formé parte de un programa de radio con mis compañeros del colegio llamado “Mundialmente séptimo”, donde contábamos pequeñas historias de los mundiales de fútbol.
¿Cuáles creen que son los mejores periodistas de esta época y por qué?
Andrés Correa: Más que periodistas, voy a elegir dos estilos periodísticos. País de boludos y Cenital. Ambos son una muestra de periodismo de calidad hecho a la medida de internet y financiado por su propio público.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro? ¿Cómo fue la experiencia de escribir de a dos?
Andrés Correa: Surgió por nuestra tesina de graduación en la cual analizamos las categorías de titulación de los principales medios digitales, la lucha por el sentido y el modelo de negocios. En el libro actualizamos y ampliamos el debate para discutir también las condiciones en las cuales trabajan hoy los periodistas, un tema no menor a la hora de pensar los contenidos periodísticos.
En la introducción plantean que el título es clave porque se ofrece como la ventana de lo que luego se leerá. Con respecto al libro, ¿habían pensado en otros posibles títulos, o el título surgió de una con naturalidad?
Luciano Sáliche: La verdad es que teníamos terminado el libro y no podíamos definir el título. Bárbara Pistoia, nuestra editora, lo sugirió y quedó. Creo que esas cuatro palabras como grandes tags dan cuenta de lo que el lector se va a encontrar. Y eso se agradece.
En la introducción plantean que el devenir del avance tecnológico y las transformaciones sociales que producen el capitalismo y la democracia erosionan el periodismo. ¿Por qué lo ven así?
Luciano Sáliche: El periodismo, como cualquier disciplina, se modifica de acuerdo a la época. Internet cambió drásticamente las formas de pensar este trabajo, no sólo como oficio, también como industria. Cuando empezaron las punto com todo el mundo veía una nueva posibilidad democratizadora, como si se descubriera un planeta habitable al cual podamos mudarnos y construir una civilización nueva. De la misma manera que si hoy ocurriese algo así, internet se consolidó rápido como un sistema con reglas muy similares a lo que ocurría afuera. Es decir, hoy la red está dominada por un puñado de empresas que definen absolutamente todo y con un poder de penetración cultural nunca antes visto. Hace rato que el capitalismo viene sometiendo a la democracia y lo hace, como lo hizo siempre, con la tecnología. La lógica de popularidad, de viralización, de acumular likes, de ser trending topic, del éxito… todo esto forma parte de un movimiento de mercado que se impregna en esta democracia liberal y, por supuesto, en la mayoría del periodismo que consumimos todos los días.
En el capítulo de diagnóstico, entre otras cosas, describen el rol del gobierno de Cristina Fernández y el de Macri con respecto a la Comunicación y el periodismo. Mencionan los avances y retrocesos de la Ley de Medios en estos dos gobiernos. ¿Qué balance hacen de todo eso? ¿Cómo les afecta eso a ustedes, los periodistas?
Luciano Sáliche: Hace años que los medios de comunicación tienden hacia, por un lado, la concentración, y por otro, la precarización. Con la Ley de Medios apareció una posibilidad inédita de pensar qué modelo de comunicación queremos. Estábamos en la facultad cuando ese enorme proceso de debate se dio y fue realmente fascinante. Ya todos entendimos la capacidad de influencia, ya no sólo electoral, sino cotidiana y permanente, que tienen los medios. Y si bien el kirchnerismo tuvo flaquezas centrales, como no impulsar al sector comunitario, actor fundamental en la comunicación latinoamericana que en la ley representaba un tercio del espectro, lo cual hubiese sido un transformación sustancial, fue el macrismo quien, a fuerza de decretos, tiró todos los avances por la borda. Hoy en día se discute mucho el periodismo, nombres propios, prácticas profesionales, es muy interesante el descreimiento del público en los medios, pero lo que hay que discutir son los cimientos: cómo la concentración mediática y la precarización laboral hacen del periodismo un juego de gritos, chicanas y liviandad.
En el capítulo sobre “Las reglas del juego” plantean que hay toda una lucha por el sentido que se da en las redes sociales y en el internet en general. También esbozan, citando a Tabarovsky, que el mercado (donde se encuentran las empresas que lucran con la información y las noticias) es el totalitarismo de estos tiempos. Ante esto, mi pregunta es ¿cómo operan los medios de comunicación en la lucha ideológica que se da para darle un sentido a los acontecimientos que se transmiten en la prensa?
Luciano Sáliche: Hay un ejemplo que puede hartar: hoy, la palabra inseguridad significa delincuencia. Se ha reducido todo un concepto a un sólo significado que cumple una función concreta. Es una operación ideológica por la cual las clases dominantes imponen su cosmovisión. Otro ejemplo es la movilización, la manifestación, el piquete: ¿desde cuándo cortar una ruta para reclamar por cien despidos o marchar al Ministerio de Trabajo para exigir paritarias acorde a la inflación es un delito? La criminalización de la protesta social en los grandes medios es una constante porque relativiza el derecho a la huelga e invierte la carga de culpabilidad: los trabajadores vulnerados, al exigir mejores condiciones de vida, se vuelven delincuentes. La lucha por el sentido es una constante en el discurso público, y en las redes sociales se ve con mucha claridad: para un mismo video, exactamente el mismo, hay usuarios que lo comparten dándole un interpretación, y usuarios que lo hacen en el sentido exactamente opuesto. Las palabras con que nombramos el mundo son importantes. Último ejemplo: los libertarios. A principios del siglo XX, los libertarios eran los anarquistas, los socialistas, los que luchaban por una sociedad sin explotación. Hoy los libertarios son los que exigen libertad de empresa para explotar. Es increíble la facilidad que tiene el mercado para dar vueltas las cosas.
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En el capítulo sobre la Posverdad, plantean que internet es una tierra fértil para la “intoxicación digital”. ¿Creen que esto se evidencia aún más en el actual contexto pandémico?
Andrés Correa: Sí, con la pandemia creció la necesidad de estar informados y también conectados. De manera obligada muchas actividades debieron trasladarse a internet de un día para otro y eso incrementó el vínculo de lo social con lo virtual. En ese contexto, en internet en general y las redes en particular, se dio una invasión de noticias falsas y teorías conspiranoides acerca del COVID-19. Hace apenas unas semanas Joe Biden acusó a las plataformas encabezadas por Facebook de estar “matando gente” con la desinformación respecto a la pandemia y las vacunas. Es necesario debatir puertas adentro de estas plataformas que dominan la red, en especial Facebook, Twitter y YouTube, ya que del filtro que hagan sus algoritmos dependerá qué tipo de noticias les va a llegar a gran parte de los usuarios de internet.
Una de las preguntas que surgen al leer el capítulo “Mercado de clicks” es la siguiente: ¿Con qué criterios un periodista que navega en las aguas de las redes sociales ve algo novedoso, interesante, disruptivo con potencial de ser noticia o que merezca ser transmitido o noticiado?
Andrés Correa: Los criterios que definen a un acontecimiento en noticia se han disparado por los aires y el filtro es cada vez más grande. Un tuit de unos pocos caracteres puede ser suficiente para ser noticia. El mundo virtual acelera el ritmo de la información y le quita peso a la primicia.
Una de las cuestiones más interesantes del libro se da cuando plantean que el periodismo debería tomarle prestado a la literatura el don del extrañamiento para pararse frente a un hecho noticioso y narrarlo sin la editorialización constante que es producto del negocio de la polarización política y la sobreideologización. ¿Cómo se vincula eso con la “Resistencia” que plantean para el periodismo?
Luciano Sáliche: La salida fácil de hoy es hacer periodismo para convencidos. No está mal. En teoría, cada medio, desde un canal de tele hasta un pequeño portal cultural, tiene su público. La pregunta es qué tan inteligente y qué tan sensible es el diálogo que se genera entre un medio y sus espectadores. En general, la mejor literatura es la que te desencaja, la que te desacomoda, la que te cambia los planes. Creemos en el periodismo, es decir, no somos cínicos: entendemos que la realidad hay que narrarla desde la coyuntura, desde la diaria, y hay que hacerlo con la mayor honestidad posible. La sobreeditorialización es un problema pero también lo es la objetividad acrítica. Son posiciones cómodas. En un mundo brutalmente injusto, la honestidad periodística es una obligación. Desde ese lugar los trabajadores de prensa tienen la posibilidad de ser condescendientes y contribuir a que todo siga igual o ejercer el oficio desde un lugar de resistencia: en primer lugar, organizándose como clase para pelear por mejores condiciones laborales, y en segundo lugar, haciendo contenido crítico, sensible, inteligente.
¿Dónde se puede conseguir el libro?
En un montón de lugares, por suerte. Acá, en este link, van a encontrar todas las librerías y las plataformas digitales.