Biopolítica
Una breve nouvelle biopolítica
Por Joaquín Cruzalegui
- 28-08-2020
No hay política que no sea una política de los cuerpos
¿Cuánto extrañás el cuerpo en movimiento? ¿Caminar por la calle con los auriculares puestos? ¿Y entrar en una sala dónde esté sonando música fuerte y haya tres o cuatro conversaciones en simultáneo? Atravesando una extensa cuarentena a raíz del Covid-19 se nos presentan nuevos conceptos en la vida de nuestros cuerpos: aislamiento social obligatorio, distanciamiento, relaciones exclusivamente virtuales. ¿Cómo nos paramos ante estas nuevas configuraciones? ¿Cómo saldremos? Sobre dichas preguntas parte la nouvelle biopolítica que se propone a continuación. Como punto de partida podemos tomar algunas premisas.
Uno de los legados que nos deja sobre la mesa Michel Foucault (Poitiers, Francia 1926-París, Francia 1984) es que el cuerpo vivo es el objeto central de toda política. Es decir, no es un organismo biológico dado sobre el que después actúa el poder. La tarea misma de la acción política es fabricar un cuerpo, ponerlo a trabajar, definir sus modos de reproducción, configurar las modalidades del discurso a través de las que ese cuerpo se ficcionaliza hasta ser capaz de decir “yo”. Como una disposición algorítmica la acción política confecciona nuestros cuerpos, sus particularidades y generalidades. Allí radica el poder.
Michel Foucault aglomeró estos elementos en un solo concepto: biopoder. Según él, este nuevo tipo de poder consiste en “técnicas diversas y numerosas para obtener la sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones. Se inicia así la era de un ‘biopoder’”.
Nos remitimos a la historia. El modelo del reglamento sanitario tomado en Europa contra la peste negra era un calco de la ley mosaica del Antiguo Testamento en donde los antiguos israelitas separaban a los leprosos de la población, piedrazo mediante en el caso de ser necesario, con el fin de evitar la propagación de la enfermedad.
Este accionar ya no tenía como objeto excluir a los infectados, sino moldear el comportamiento de aquellos que podían infectarse. Para lograrlo, la gestión de la peste siempre se hacía mediante un control estricto de la movilidad y los hábitos de todos los ciudadanos, indicando a la población cuándo podían salir, cómo, a qué horas, qué tipos de contacto podían tener y cuáles no. En palabras del propio Foucault, el modelo disciplinar “persigue el adiestramiento minucioso y concreto de las fuerzas útiles” de cada individuo.
“el cuerpo vivo es el objeto central de toda política ”
Imaginemos una final entre mundos distópicos. Hoy, sí estamos más cerca del Mundo Feliz de Aldous Huxley o del 1984 de George Orwell, solo podremos determinarlo en perspectiva o por penales. Por lo pronto tenemos una certeza, y es que estamos en transformación. Y en crisis, claro. Una triple crisis: sanitaria, climática y económica. Un contexto que nos invita a trazar dinámicas, entrar en fases y apelar a términos de ciencia ficción constantemente. Eso sí, pareciera que le estamos escribiendo una extensa carta a nuestro cuerpo del futuro, invitándolo a enterarse cómo fue que llegó hasta donde está.
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Hay múltiples factores que nos invitan a creer que estamos en una primera etapa de esta (triple) crisis que va a implicar una reconfiguración grande en las construcciones colectivas. Lo grave de la situación implica un compromiso enorme. Y este puede centrarse en la acción democratizante del biopoder, a través de algunas medidas que, analizadas en profundidad, pueden ayudarnos a comprender que todo cuerpo es político y que estos solo se hacen en las crisis. En esta breve nouvelle biopolítica nos vamos a centrar en una sola medida: la decisión colectiva de preservación, aislamiento y sus escenarios.
Desde la introducción generalizada de los calendarios de cuarentena hasta medidas como la prohibición de fumar en espacios públicos, no tirar basura en la calle, etc., el concepto de biopolítica se utiliza muchas veces como clave de interpretación y nos ayudó a comprender la dimensión política del orden en sus esferas sanitaria, pública, social.
Sin embargo, dado que para Foucault, el concepto de biopolítica no se expresa simplemente en términos de distopía o ucronía, la pregunta que surge es si es posible una biopolítica democrática. En otras palabras, la cuestión es si podemos tener prácticas colectivas que promuevan lo que llamaríamos la buena salud de grandes poblaciones.
En su libro Funk sin límites, bell hooks conversando con Stuart Hall afirma que “todo cuerpo es sujeto de experiencia y pensamiento en la medida que intervenga sobre la realidad que lo atraviesa” tomando como punto de partida los movimientos sociales que se dan en la vida colectiva: feminismo, derechos humanos, activismo. Ella lo resume como “vida, amor, muerte y sexo”. Acá nos detenemos: toda esa vida en común es un hecho político. Hoy nos toca atravesar (y compartir) un paréntesis de tiempo situado en la —triple— crisis que significa este Covid-19. Y sobre esta delimitación, elegimos aunar esfuerzos de experiencia y pensamiento. Es decir, nuestros cuerpos. Probablemente estos esfuerzos ofrezcan, de una forma u otra, soluciones compensatorias para las lagunas de socialización tête à tête.
Esto podría significar que las decisiones de restringir la circulación durante una pandemia, de evitar fumar adentro o lavarse las manos cuando volvés de la calle no se toman por temor al castigo o a que la realidad te ubique, sino en el contexto de un proceso democrático/democratizante, se toman tras una decisión colectiva de preservación, o como decía David Le Breton, en su Sociología del Cuerpo: “el cuerpo solo se hace posible en contextos de crisis”. En tal condición de crisis, en lugar del constante temor que puede perturbar cualquier noción de cohesión social, entramos en el esfuerzo colectivo, la coordinación y la solidaridad en un activismo que compartimos y que parece circunscribirse al campo del biopoder, el control y la política.
En este contexto, se puede considerar la posibilidad de una biopolítica democrática. En las nuevas formas de pensar lo social, se puede construir un nuevo cuerpo. En la tecnología, instrumentos para alcanzarlo. Aquí nos detenemos y abrimos camino a una reflexión más profunda. Pero que será mañana. ¿Extrañás bailar en una pista llena de gente? ¿Imaginás una tertulia hasta altas horas con el rumor de una playlist infinita? Acá, algunas aproximaciones a lo que podríamos estar escuchando en esos contextos.
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Joaquín Cruzalegui es comunicador y proyectista social de Buenos Aires, Argentina.