Teoría de Género-Feminismo
Viernes, 2 de noviembre 2018
¿Una nace mujer, o se vuelve mujer?
“La frase de De Beauvoir es una crítica compleja al sistema de género que nos encasilla a individuos diversos en cajones de los cuales no podemos movernos, porque de otra manera romperíamos las reglas de lo establecido y de lo normativo”
Por María José Gordillo
La pensadora y escritora francesa – quien también fue una de las primeras teoristas feministas del occidente – Simone de Beauvoir escribió en su libro “El Segundo Sexo” la famosa frase: no se nace mujer, se llega a serlo. Interesantemente, ésta misma data del año 1949, siendo De Beauvoir una de las pioneras de la que actualmente llamaríamos “teoría social constructivista del género”, que vendría a ser el enfoque teórico con mayor validez científica dentro del área de la sociología y psicología del género para explicar justamente qué es el género.
¿Por qué De Beauvoir tenía esa opinión siendo que es biológicamente evidente cuando nace una mujer? Utilizaré la teoría social constructivista como instrumento de análisis para responder a ésta cuestionante.
Ésta teoría parte de la diferenciación de dos conceptos básicos; por un lado el sexo y por otro el género. El sexo es la categoría socialmente determinada, en la que bajo criterio biológico, se clasifica a las personas en masculinas o femeninas; mediante la observación de los genitales, cromosomas o la carga hormonal. Mientras, que el género es la construcción social y cultural de las normas de comportamiento apropiado que definen la pertenencia de un cierto individuo al grupo de hombres o mujeres.
Existen casos en los que ni el sexo biológico ni el género pueden ser clasificados en un espectro binario; eso quiere decir, que las posibilidades de clasificación no se encuentran únicamente entre los grupos “femenino” y “masculino”. Por ejemplo, refiriéndonos al aspecto biológico, existen individuos, denominados intersexuales, que nacen con ambos genitales; femeninos y masculinos. Y ante la imposibilidad de poder identificarlos únicamente con uno de los sexos, se los somete a cirugías de cambio de sexo a los primeros días de nacidos; eligiendo el sexo del individuo basado en el criterio médico o en la preferencia de los mismos padres (debido al gran imperativo social de una sociedad binaria en cuánto al género y al sexo). Aquello resulta muchas veces en individuos intersexuales experimentando la condición llamada “disfória de género”.
A pesar de que los nacimientos de personas intersexuales suelen ser casos bastante aislados – en los Estados Unidos por ejemplo, las cifras señalan que 1 de cada 1500 nacimientos es de un individuo intersexual – éstas personas han aportado muchísimo a la investigación médica y social que son las bases de la teoría constructivista social ya que gran parte de la investigación empírica y experimental ha estado basada en el intento de encontrar respuestas a las causas de la “disfória de género”; que en simples palabras es la condición que experimenta el individuo cuyo sexo biológico no concuerda con el género con el que éste se identifica. Ésta condición está caracterizada por una fuerte incomodidad con la propia imagen y el propio cuerpo que ocasiona una extrema ansiedad, inseguridad, baja autoestima y problemas de desarrollo psicosocial del individuo, y si ésta no se trata de manera pertinente puede ocasionar depresión, autolesiones e incluso el suicidio. De todas maneras es importante remarcar que las personas intersexuales de nacimiento no son las únicas que se encuentran propensas a experimentar esta condición, también existen muchos individuos que a pesar de haber nacido con un específico sexo biológico, y una normal cantidad de hormonas y cromosomas -con respecto al mismo-, aún así viven esta condición.
Anteriormente, en la tradición médica éste fenómeno se consideraba una enfermedad psicológica, pero actualmente se tiene evidencia médica de que ése no sigue siendo el caso. Hoy en día, si el individuo experimenta disfória de género y decide iniciar la transición al género con el que se identifica, lo denominaríamos “transexual” o “transgénero”.
Habiendo mencionado que las primeras investigaciones empíricas de la teoría constructivista social incorporaron a personas transgénero, una de las más relevantes fue llevada a cabo el año 1967 por el teorista de interaccionismo social y profesor Emérito de la Universidad de California: Harold Garfinkel. Éste mismo fue uno de los pioneros en utilizar el método etnometodológico dentro de las ciencias sociales, que con su estudio de mujeres trangénero y mujeres cisgénero (nacidas con sexo femenino, y cuya identificación de género coincide con éste), fue uno de los primeros cientistas sociales en describir el género como un logro. ¿A que se refiere Garfinkel con ésto? En base a sus observaciones, por un tiempo muy prolongado, sobre cómo las mujeres transgénero aprendían a comportarse utilizando a mujeres cisgénero como modelo, Garfinkel aseguraba que cada acción pasa por un análisis emocional y consciente, en que se reflexiona si la acción es lo suficientemente “femenina”.
Garfinkel describía que éste proceso pasaría a convertirse en un rutina que se internaliza en el cuerpo, en las emociones y a nivel inconsciente, pero que no dejaba de ser aprendida y por ende podría mutar o cambiar. En su estudio las mujeres transgénero al tratar de aprender de las biografías de las mujeres cisgénero, generaban que cada una de sus acciones pueda convertirse tanto en un logro como en un fracaso, dependiendo de que fueran reconocidas como “verdaderas” mujeres o no.
De todas maneras, la investigación de Garfinkel aún tenía muy escéptica a la comunidad académica, por lo que diez años después los cientistas sociales de la misma Universidad; Candace West y Donald H. Zimmerman, decidieron profundizar el análisis de Garfinkel, e incorporaron nuevas metodologías y no se limitaron a analizar el comportamiento femenino. El resultado de ésta extensiva investigación es la teoría denominada ”Haciendo género” (del anglicismo “Doing gender”). En la que se conceptualiza el género como una rutina y como un logro metodológico y recurrente. West y Zimmerman aseguran que todas nuestras acciones demuestran una conciencia de género activa que es aprendida e influenciada por instituciones sociales como los medios de comunicación, la cultura, el Estado, la familia, el mercado laboral y la religión, entre otros; que establecen normas de comportamiento que se basan en el género de la persona. Cada individuo dependiendo de su contexto social y cultural decide y/o aprende cómo comportarse en función a la intención de la acción, que como aseguraba Garfinkel, se basa en la estratégia de ser reconocido con el género con el que el mismo individuo se identifica. Por ejemplo, caminar en tacones es una distinción de género culturalmente atribuida a las mujeres, cosa que si vemos a un hombre caminar en tacones por la calle nos llamará excesivamente la atención y cuestionaremos su pertenencia al grupo “hombres”.
Exactamente por eso es que hoy hablamos de la distinción entre género y sexo. El sexo limitándose a aspectos biológicos, y el género englobando todo lo social y culturalmente aprendido. El género es la constante performance que permite a los demás identificarnos y categorizarnos con un cierto grupo; género femenino o masculino.
Interesantemente, las ciencias sociales no son las únicas que sustentan éstos argumentos. Dentro de la neurología, se tiene evidencia que nuestros cerebros cuentan con una característica llamada “neuroplasticidad” en la que absolutamente todas nuestras experiencias y vivencias (desde el momento de nuestros nacimientos) ejercen una influencia en nuestro comportamiento que se programa a nivel cerebral. Debido a esto solíamos pensar que esas programaciones cerebrales eran intrínsecas de nuestra humanidad o de nuestros instintos biológicos, pero no son más que comportamientos aprendidos durante el curso de nuestras vidas, y como aseguran West y Zimmerman, están influenciados por las instituciones sociales y nuestra educación. Por lo que se puede deducir que no existen comportamientos biológicamente femeninos y/o masculinos, sino que cada individuo recibe una cierta educación dependiendo de su género, por lo que tendrá la tendencia a comportarse de la manera en la que su entorno no cuestione su pertenencia al género que le “corresponde”.
Para concluir y responder a la cuestionante que nos dejó De Beauvoir, ¿Se nace mujer o se llega a serlo? El género no es estático, sino que es una construcción constante y contextual. Que también incluye a la construcción de los cuerpos; esto quiere decir que existe una definición sobre cuáles son los cuerpos, la norma y las funciones que éstos tienen que cumplir para ser aceptados y categorizados dentro de un género.
Además, cada sociedad tiene los denominados “roles de género” que son constructos sociales de normas de comportamiento, y de distribución de roles para hombres y mujeres. Por ejemplo las suposiciones que los hombres son agresivos, mientras que las mujeres pasivas y delicadas, o que los hombres se encargan de proveer, mientras que las mujeres se encargan de ejercer los cargos de cuidados domésticos, etc. los cuales están basados en las construcciones de las masculinidades y las feminidades culturalmente diseñadas, hasta ahora, por los grupos de mayor influencia en las sociedades. Hoy en día, ningún individuo viviendo en sociedad está excento de regirse por los roles de género al momento de comportarse y tomar decisiones; desde la ropa que elige, el cómo camina, hasta el baño que utiliza.
La frase de De Beauvoir es una crítica compleja al sistema de género que nos encasilla a individuos diversos en cajones de los cuales no podemos movernos, porque de otra manera romperíamos las reglas de lo establecido y de lo normativo. En su libro, De Beauvoir cuestiona la construcción de lo femenino como el “sexo débil”; la mujer nacida para la crianza de hijos y la obediencia al marido; para la sumisión y el silencio. Ella también cuestiona la creencia que la mujer nace con características intrínsecamente opuestas a la racionalidad masculina, que en ese momento histórico era la justificación que les impedía ser ciudadanas de la misma categoría que los hombres. Por lo que De Beauvoir estaba convencida que cada rol y característica (también tomando en cuenta lo corporal) del ser mujer en una cierta cultura y/o sociedad, no es nada más ni nada menos que algo aprendido y muchas veces endoctrinado. Por lo que una no nace mujer, sino que a medida que aprende los roles de género, se comporta de acuerdo a ellos y cumple con las normas de los estándares culturales del cuerpo; una se vuelve mujer. Es exactamente esa noción que sigue vigente y que nos da espacio para la de-construcción de los roles de género en el sistema patriarcal, sabiendo que nada es netamente biológico ya que nuestros cerebros son neuroplásticos, re-programables y más complejos y capaces de lo que nos imaginamos.
María José Gordillo es estudiante de la Carrera de Género y Diversidad.